sábado, 31 de marzo de 2012

Recogiendo lo sembrado.

Nos han dado las notas de los niños. 



Cuando ni imaginaba que sería madre y las notas me las daban a mi, había de todo un poco, porque he sido y  lo sigo siendo bastante mediocre en mis estudios (y en algún que otro aspecto de la vida).

En general, sacaba buenas notas y era una estudiante aplicada y voluntariosa, pero había cosas que no entendía, se me atragantaban y no había forma. La trigonometría y las derivadas se convirtieron en obstáculos insalvables hasta que me topé con dos magníficas transmisoras de conocimiento, alias "profes de mates", una de ellas en el instituto, que no desistió hasta que me hizo comprender cómo calculaban los egipcios sus campos de labor cuando se desbordaba el Nilo. Y la otra en la facultad, yo, de letras puras, me matriculé en una carrera mixta y las pasé muy p... los dos primeros cursos. La segunda, tenía tantas ganas de enseñar como volumen su cuerpo y puedo asegurar que era mucho, que no paró hasta que nos hizo entender la importancia del análisis matemático en los estudios clínicos.

Como decía, nos han dados las "notas" de los niños y me siento la madre más orgullosa del universo de las madres. En los comentarios de los educadores de ambos por supuesto que hacen referencia a cosas a mejorar, pero sobre todo destacó lo que más me ha gustado leer en ambos casos: progresan.

El "tete" aprende y comprende a una velocidad, que por comparación con su hermana, me deja totalmente sorprendida, que para eso con él soy una madre primeriza. Y con la "Pitu", me dejó emocionada leer los comentarios de aliento que recibimos de sus profes del colegio. Su evolución es magnífica, el hecho de que siga evolucionando lo es. Sus "notas" me llenan de una alegria infinita y no creo que eso lo pueda superar ni un "cum laude" en nanotecnología.



domingo, 25 de marzo de 2012

No me grites, traaaan-qui-la.

La falta de sueño, el exceso de frentes abiertos en el trabajo, la mala alimentación, los cambios horarios, un catarro, dos disfonías en menos de 8 días, un para de "accidentes" domésticos, un mal corte de pelo, un invierno muy duro con dolor constante en mis articulaciones y una larga lista de factores personales, me tienen un poquito nerviosa ultimamente.



Los más pequeños de la casa son los más sensibles a nuestros cambios de humor, si tu estás nerviosa, ellos se ponen alterados, si tu te ríes, ellos son la alegría en movimiento. Por eso, esas palabras que me dijo mi hijo hace unos días llevan golpeando mi pensamiento como el más duro de los martillos. Y por eso, con toda la cabeza sumergida en la bañera, menos lo indispensable para seguir respirando, pensaba si es bueno para su felicidad el ritmo frenético de vida que llevamos.

Deberíamos liarnos la manta a la cabeza y mudarnos con los niños a una Slow City, italiana, a ser posible y a disfrutar de cada grano de arena de la existencia.


Estamos condicionando su futuro, con lo que les transmitimos de nuestro presente; nuestros miedos serán sus fobias de mañana, pero también nuestros valores serán el motor que mueva el mundo proximamente.

sábado, 24 de marzo de 2012

¡Santa Paciencia!

Convivir (o más bien tratar de sobrevivir) con una maniática del orden no es fácil. A continuación detallo una lista de cosas que me sacan de mis casillas:


1. Dejar levantada la tapa del wc (no sólo es una guarrada, rompe la estética de cualquier baño, queda fatal).
2. Tener el suelo del pasillo plagadito de diferentes frutas y hortalizas de plástico y juguetes varios con los que se entretienen mis niños. Son peligrosas, en cualquier momento puedes pisarlas sin darte cuenta y zas...
3. Que el escurreplatos de la pila esté sucio (fibrilo, de verdad, si no está limpito y brillante, FI-BRI-LO). Hay días que pierdo la cuenta de las veces que me toca limpiarlo.
4. Cuando la ropa está desordenada, tirada por el suelo o colocada de cualquier forma, arrugándose (me dan palpitaciones y no paro hasta que está todo en su sitio).
5. Que los tiradores de las puertas y/o armarios estén sucios (me da un asco infinito tocarlos, sobre todo los de la cocina, que es lo habitual).
6. Los tapones de lavabos, bañeras, etc. que no están colocados en su sitio. Y esto no es sólo una manía, es algo que recomiendan las normas de Feng Shui, que dice que si no, se escapa la energía de la casa.
7. La decoración no minimalista de los hogares (me satura, la vista y el espíritu). Hace años estuve en una exposición en el Museo Reina Sofía sobre el Minimalismo en el Arte y abarcaba tanto diseño, como muebles, ropa,..., babeaba de alegría. Y eso que creo que en mi casa hay demasiadas cosas.
8. Cuando la ropa no está colocada por colores en los armarios. Lo mismo por temas: calcetines con calcetines, camisetas todas juntas, etc. Se me rompe el karma cuando no es así.
9. Y...., y así hasta el infinito.


Lo dicho, es complicado seguir mi ritmo, pero poco a poco voy inculcando mis manías de orden a mi "Pitu", que no se va al baño hasta que no ha dejado colocado todo en su sitio tras su paso. Y que sabe que cada cosa tienen su lugar en casa. Otra cosa es el "tete", viva imagen de su progenitor, hasta en esos detalles.


Pero llevo años con esta constante lucha, invocando al dios Lar y los dos Penates de mi cueva y pidiendo no perder la paciencia. No siempre lo consigo, más de una vez termino dando cuatro gritos, vuelvo a quedar disfónica de manera regular, pero nadie parece darse cuenta que me molesta enormemente.

domingo, 18 de marzo de 2012

Father´s day

Esto se celebra una vez al año en España y mis felicitaciones son para esos padres que duermen mal, porque se despiertan a medianoche cuando los niños lloran, los consuelan, les dan agua y les arropan en invierno.

Mis felicitaciones son para esos padres que piden reducción de jornada, a pesar de que en su empresa sea un auténtico suicidio profesional y tengan que soportar las burlas, a veces veladas, otras veces no, de sus compañeros de trabajo, por salir puntual disparado a recoger a los niños del colegio.

Mis más sin sinceras felicitaciones son para esos valientes que se enfrentan a los mocos, los pañales sucios y los purés de verduras con una paciencia infinita, muy superior a la de muchas madres.

Mi más efusiva felicitación para esos padres que sacrifican sus ambiciones profesionales por la familia, en su sentido más extenso de la palabra, a los que renuncian a sus deseos personales por el bienestar de sus hijos, aunque eso suponga renunciar a algo muy querido.

Con admiración miro a los que empujan carritos dobles de bebé y además llevan a otro vástago de la mano, mientras que van a la compra. A los que llevan y recogen niños del colegio y les cuentan cuentos antes de dormir, después de haberlos bañado.

Y sobre todo, mi más absoluto respeto por esos hombres que hacen todo lo que siempre tradicionalmente han hecho las madres y no se sienten menos hombres por ello y además, cuando les preguntas como se definirían, te dicen con orgullo que son padres.


¡Ven Herodes, por favor!

Son incombustibles, van a acabar conmigo. Creo que quieren heredar y han empezado por la técnica del desgaste físico y emocional hasta que lo consigan. Si, hablo de mis hijos.

Si escribiera un libro con las trastadas que han hecho últimamente, me saldrían al menos dos tomos y me podría convertir en escritora de moda.

Se que las cosas que hacen son las normales en niños de su edad, con la peculiaridad de que la "Pitu", con sus características neurológicas, sus diabluras son aún más impactantes ¿en que parte de su cerebro está la capacidad para liarla una detrás de otra?

Por ejemplo, ayer empezamos el día alrededor de las 7 de la mañana. Aunque el desayuno fue tranquilo, en cuanto los dejo sólos unos minutos para hacer las labores del hogar como si fuera una  "buena ama de casa", aprovecharon para inundar la lavadora con aproximadamente litro y medio de suavizante (la semana anterior habían hecho lo propio con el detergente y como después de mi regañina les prohibí volver a tocar el detergente, pero no había dicho nada del suavizante...). Si no se la han cargado falta poco, aunque la puse a funcionar sin ropa para que se limpiaran los conductos, no se yo, no se yo si se va a salvar la pobre.

No contentos con eso, después de estar castigados "pensando", la volvieron a montar (si es que no debería sentarles a pensar, que les da tiempo a maquinar más cosas y luego es peor). Decidieron jugar al escondite metiéndose en el mueble que hay debajo de la pila de la cocina y desparramar todo lo que había dentro. Cuando entré en la cocina no encontraba a la "Pitu", su hermano confesó su paradero y al abrir la puerta del armario allí estaba, sonriente, apartando sus rizos con la mano y con cara de no haber roto un plato en su vida (cosa que no es cierta).

Y así hasta el infinito. Cuando no me sacan todas las naranjas del cajón, se ponen a coger las cazuelas, etc. etc. Ayer la "individua", como la llama su fisio del colegio, desenchufó todos los cables de la tele, antena, dvd,s y otros trastos que pueblan el mueble de la tele del cuarto de estar y para colmo rayó la pantalla plana con una taza de juguete. Para evitar que a su padre le diera un infarto le adelanté la feliz noticia vía sms, para irle preparando, que poco a poco es como se deben explicar los dramas...

Cuando llegó y lo vio (y eso que estaba prevenido) no dejaba de repetir la misma palabrota, como un mantra, una y otra vez, mientras miraba atónito el lío de cables. En fin, son una ricura. No se si alegrarme de que sean tan activos y vitales o ir pidiendo asilo político en Plutón.

viernes, 16 de marzo de 2012

Saint Patrick

El 17 de marzo se celebra en muchos sitios, incluido en un recóndito rincón de mi corazón cervecero, la fiesta de San Patricio, patrón de Irlanda, o el santo del trébol, que es como a mi me gusta más (¿quién dijo casualidad?), por aquello de que tuvo que explicar la Santísima Trinidad y tiró de la naturaleza.

Mira que el verde es el único color que donde sólo me gusta es en el campo, pero eso de que esté ligado a este tipo tan majo y a la cerveza, ya me va gustando más.

Desde hace muuuuuuuchos años, intento ir al centro de Madrid para celebrarlo como es debido, a una de las cervecerías que más me gustan y donde he tomado las pintas de negra más ricas de mi vida y con las mejores compañías. Si, negras, con cuerpo y fresquitas.


Pero cuando no es por una cosa es por otra, o por una malévola combinación de diversas circunstancias, me lo pierdo. Este año me temo que tampoco va a ser. Y mientras en la Quinta Avenida lo estén celebrando, voy a tener que conformarme, en el mejor de los casos, con sentarme en los escalones del porche de casa y saborear mi fría cerveza mientras que centenares de gorros y camisetas llenarán de color el centro de la capital del reino.

Espero que la año que viene (y todos los años digo lo mismo), pueda ser una más, inmersa en la celebración.

Beannachtaí na Féile Pádraig oraibh!!! ¡Feliz San Patricio!

martes, 13 de marzo de 2012

De la felicidad y otras miserias.

En mi último año de la licenciatura tuvimos que hacer unas prácticas y como alumna de la rama de Clínica, mis prácticas de casi dos meses las realicé en la Unidad de Agudos de un Hospital. Los que seais tan mayores como yo igual os suena el "Alonso Vega".

El choque desde la teoría a la realidad fue para mi como el impacto de un meteorito, dejó una huella que ni la del desierto de Arizona.


Pero aprendí infinitamente en las sesiones clínicas, sumergiéndome en informes reales y pasando consulta junto al psiquiatra al que estaba asignada. Esta persona, de un bagaje cultural y profesional que intimidaba un poco a una estudiante como yo, se entretenía en plantearme retos profesionales, no se si como mera diversión o como una forma de ayudarme a encarar lo aprendido en años previos.

Uno de los últimos días de prácticas tuvo a bien acercarme en su coche a la facultad para que llegara con tiempo suficiente a un examen y no tuviera agobio extra por el factor tiempo.

En pleno Paseo de la Castellana, atasco incluido, me planteo el reto más dificil que nadie me había planteado hasta el momento: "define la felicidad", me dijo, "medita, piensa y escribe un ensayo sobre la felicidad del ser humano, ya has visto lo bueno y lo malo, lo anómalo y lo normal... y me comprometo a hacer tu prólogo".

Decliné la invitación, ¡grave error!, pienso años después, pero no he dejado de pensar que es una tarea pendiente, algo sin cerrar, recurrente y que no se si mi intelecto alcanzará a cumplir.

¿Y qué es la felicidad?  ¿Momentos de intenso bienestar que nos empeñamos en perpetuar a lo largo del tiempo y que se convierten en recuerdos placenteros?, ¿ilusiones de nuestro cerebro de instantes perfectos, de imáganes y vivencias maravillosas? ¿compartir sensaciones con alguien a quien quieres? ¿experimentar nuevas experiencias que desatan endorfinas a chorros?.

No sabría responder ni a una sola de las preguntas que me planteo. Mi ingenuidad sobre la vida, propia de los 20 años, no ha variado mucho con el tiempo. No tengo seguro nada, no he aprendido nada, no sabría decir si he sido feliz hasta ahora.

Si tengo recuerdos felices, soy afortunada, tengo muchos y de muchos tipos. He vivido, he disfrutado. Pero en líneas generales, si hoy se cerrara el último capítulo de mi libro, no sabría decir a ciencia cierta si he sido feliz este tiempo. Al menos conservo la esperanza de seguir intentando serlo, aunque sólo sea para buscar al Dr. X y pedir que empiece a escribir su prólogo, porque aunque tarde, he recogido el guante que me lanzó dentro de su coche de alta gama y he finalizado el desafio.

martes, 6 de marzo de 2012

¡He sucumbido!

Si lo reconozco, he hecho lo que hace mucha gente cuando llega la primavera: me he mirado en el espejo y no me gusta naaaaaaaada de lo que veo.

Yo no se si será la astenia primaveral y tengo las betaendorfinas mustias, mi tradicional crisis pre-cumpleañera o exceso de estrés, pero estoy más alicaída que los plantones que no han enraizado en mi jardín.

No es que durante el invierno haya hecho excesos y ahora me vea con kilos de más, siempre me tengo que mantener en un mismo peso y eso lo llevo con bastante disciplina. No he cambiado substancialmente de talla de nada a pesar de ser madre de dos hijos. Básicamente es que no tengo mucho tiempo para cuidarme y he pasado de hacer dos horas de ejercicio diario, cinco días a la semana durante más de diez años, a no hacer más que perseguir y cazar niños (deporte que creo que va a ser olímpico cuando Madrid consiga los Juegos en el 20020, como se veía en los carteles de la candidatura).

Así que ya tengo diseñado mi plan de choque para aumentar progresivamente mi autoestima. Y he empezado por cuidar mi manicura (las manos de los demás es algo en lo primero que me fijo, porque las mías son un horror). Crema de día y crema de noche (y ahí si que estoy siendo de lo más estricta, que creo que no hacen nada de efecto si se te olvidan un sólo día). Pienso irme de compras y renovar mi fondo de armario.

Y lo mejor: he empezado a hacer algunos ejercicios, suaves para ir aumentando progresivamente que hay que evitar lesiones. No se puede recuperar en una semana lo perdido en años, así que paciencia, mucha paciencia y ser constante, me digo.

Como mucha gente que se apunta al gimnasio, cuida su dieta, se pega caminatas que ni los Marines de U.S., yo también he caído, si ¿y qué? quiero verme mejor. Quiero ponerme camisetas que no me den ganas de llorar este verano y pantalones que no sean semi-sacos de patatas.

Supongo que tener el reconocimiento de los demás, aunque sea por el lado del físico también tiene su gracia. Y aunque este año veo complicado calzarme un bikini, no por ganas, sino por otras cuestiones, se acabaron las cenas que acaban con fresas y leche condensada, sólo me voy a permitir un bombón al día, que mi vicio es mi vicio y alguna recompensa tengo que tener antes de irme a dormir.

De sobra se que no voy a ponerme como para un desfile al estilo "Victoria´s Secret", la genética es la genética.


Pero si soy constante y las circunstancias (por no llamarlo "hijos") me dejan, me pienso poner "divina de la muerte".

Por cierto, por casa tengo un par de alas, que me las voy a ir probando por si acaso, ja-ja-ja.

sábado, 3 de marzo de 2012

En condicional.

Lo que vives en la adolescencia suele marcar tu personalidad y la forma en la que organizas tu existencia en el futuro.


Tus pensamientos y tus vivencias en esa época se viven con el ardor y la intensidad del que piensa que se puede comer el mundo. 


Yo no podía ser una excepción y como todos viví la revolución hormonal con miles de pájaros revoloteando sobre mi melena, muchas fantasías, ningún plan definido para los años venideros y con gran ambivalencia de pensamientos.


El carácter se forja con fuerza gracias a la ayuda de pequeños detalles, que para los extraños pueden ser insignificantes, pero que para el interesado suelen ser definitivos. Para mi, uno de ellos fue encontrar de forma casual un texto (una traducción muy, pero que muy libre de "If" de Kipling: http://www.kipling.org.uk/poems_if.htm). La trasladé a papel, la plastifiqué y durante años me acompañó pegada en la carpeta escolar de turno, junto con las fotos de mis ídolos del momento.


Esos ídolos fueron envejeciendo, fueron desapareciendo las fotos, pero siempre ha estado conmigo el siguiente texto:

Si puedes mantener la cabeza bien alta, cuando todo a tu alrededor pierde la tuya,
si puedes confiar en ti, cuando todos los demás dudan, pero admitir también sus dudas,
si puedes esperar sin cansarte de la espera y aún gozar de ella,
y si eres engañado, no pagar con mentiras,
o si odiado, no odiar a tu vez, sin creerte por ello, ni demasiado bueno, ni demasiado sabio,
si puedes soñar, sin hacer que los sueños te adormezcan, 
y pensar, sin hacerte esclavo de tus ideas,
si puedes enfrentarte al triunfo y al desastre y tratar del mismo modo a ambos farsantes,
si puedes mirar las cosas que en tu vida has roto y recogiéndolas, reconstruirlas con paciencia,
si puedes amontonar todos tus triunfos y arriesgarlos a un solo golpe de suerte,
y después de perder, empezar de nuevo sin añorar lo perdido,
si puedes forzar tus nervios y tus tendones, para jugar tu turno cuando ya parezcas derrotado, 
y resistir cuando no te queda nada, excepto la voluntad de resistir,
si puedes hablar a las multitudes, sin perder tu capacidad de escuchar,
si puedes tratar a los poderosos, sin contagiarte de su soberbia,
si ni amigos ni enemigos pueden herirte,
si cuentas con todos, pero con ninguno demasiado,
si puedes percibir ese minuto exquisito, en el que cada uno de los sesenta segundos cuentan,
tuya será la tierra y todo lo que en ella habita,
pero lo que es más importante, serás un hombre, hijo mio.

Las palabras pasan, pero me gravé a fuego dos cosas: resistir cuando no te queda nada, salvo la voluntad de resistir y que todos y cada uno de los sesenta segundos cuentan.


Los que me conocen saben que no tengo por costumbre rendirme. Nunca.