miércoles, 29 de mayo de 2013

"S" tonto

Ha llegado por necesidad a mi vida y ya procuro no separarme de su lado nada más que los imprescindible. Se viene conmigo a la mesilla de noche, pero procuro no sacarlo mucho del bolso porque es adictivo, como las cosas buenas, como mis mejores vicios, o sea, como el chocolate (negro, con alto % de cacao) y los mojitos con hierbabuena recién cortada.

Al final no me ha quedado más remedio que comprarme otro móvil, porque al predecesor se le caen literalmente las teclas (si, todavía tenía un móvil con teclas ¿qué pasa?¿es delito?).



Mi nuevo acompañante reacciona al tacto (¡muy sugerente esta forma de relación! ¿eh?) y me tiene encantada, descubriendo sus secretos poco a poco, como a mi me gusta, ir aprendiendo despacito todo lo que tenga que enseñarme.

Por fin tengo configurado el whatsapp y Line, pero de momento no siento la necesidad de adentrarme en más de sus muchos misterios (que digo yo que no serán tan profundos que no sea capaz de tenerlo controlado en cuestión de horas ¿no?).

Haces días que vive conmigo y va donde yo vaya, pero todavía no le he sacado todo el "jugo" a sus Apps (aplicaciones "pa" presumir de smarphone).


El me avisa a toque de trompeta medieval si tengo una llamada y a balidos de oveja tierna (madre mía como me río cuando me llega un mensaje o entra un nuevo mail), me despierta como si fuera un gallo en primavera y eso que sólo lo tengo conectado al wifi. Y además, ¡¡¡VIBRA!!! .

Vamos, que mi nuevo "juguete" me tiene muy entretenida. Aunque tiene fallos, cuando me da la información del tiempo, si no actualiza a través de red, entiende que siempre está lloviendo, aunque a mi me abrase un sol de justicia, que ya son ganas de fastidiar después del invierno que llevamos. Y oigo como caen las gotas de agua en su pantalla o como suenan los truenos de tormenta (a veces coincide con la realidad, pero con las previsiones del tiempo no va muy "fino").

Ya le sacaré a relucir todo su potencial. Cuestión de tiempo, como todo, sólo es cuestión de tiempo. De momento le he comprado una funda pija para que no se raye, pero este mundillo tecnológico ha evolucionado tanto que mi "S" tiene una pantalla de-no-se-que-exactamente-material-estará-hecho, que no se raya. Podría dejarlo caer en manos de mis retoños, pero ya no estaría tan segura de que no terminara con más rayas que una carta de ajuste (cosas de la tele de antes).

Lo siguiente, cambiarme a una tarifa de datos, porque la mía es de voz (only).

lunes, 27 de mayo de 2013

Las nieves del Kilimanjaro.

¡Para nada!.

Eso de estar a finales de Mayo y que se vea aún la nieve en las montañas de la capital del reino, no es lo habitual y no hay que desaprovecharlo.

Así que para el último sábado en familia, en una temporada, decidí que había que subir a tocar la nieve (la que quedara, aunque estuviera congelada) y a merendar a la brisa de los pinos.

Después de comer, con los niños empaquetados en el coche y a 28º al sol, nos dirigimos rumbo norte, con las montañas aún nevadas  frente a nosotros.

Para variar, acabamos perdidos... He de decir que no conducía yo... No voy a decir nada más al respecto.

Bueno si: pasamos por delante del castillo de Manzanares el Real. ¡hay que ver como está el embalse! ¡nunca lo había visto tan lleno!

Ahora si que ya no voy a decir nada más al respecto.

Lo bueno de perderse es que ves mucho paisaje... y mucho campo...

Ahora si que YA no voy a decir nada más (no tenemos navegador en el coche, en caso de haberlo tenido, creo que el resultado hubiera sido exactamente el mismo).

Cuando llegamos a nuestro destino, una hora más tarde de lo previsto (¡uy, que no iba a decir nada más!) y salí del coche, en manga corta, la temperatura era de 11º...

Y nieve en las cumbres poquita.


Un poco más en la vertiente segoviana del puerto.



Una vez merendados, sentados al sol, foto familiar para el recuerdo, que nos hizo una amable y joven espontánea, era el momento de triscar como las cabras, sendero arriba.

Las vistas para los no miopes, siempre me han parecido espectaculares y era de las pocas veces que subía en muchos años, que ni niebla, ni nubes, ni ventisca que enturbiara el horizonte.


Y donde no soplaba el aire de sierra, se estaba fenomenal. A pesar de todo, no paraba de mirar a lo lejos y pensar.


¿como se puede VIVIR sin aire ahí abajo? ¿como se puede seguir respirando día tras día cuando te falta tu burbuja de oxígeno?


¡Ultimo sábado, en una temporada! ¡podía haber sido mejor! ¡debería haber sido diferente!

domingo, 5 de mayo de 2013

Va por ustedes, respetable público.

Aunque pueda sonar muy taurino y tenga en la rama paterna fervientes seguidores del toreo, esta entrada no va de eso.

Nunca me han gustado los "días de...", así que eso de celebrar el día de la madre, me la trae al pairo. Cuando no era madre, siempre me encargué de que a la mía no le faltara su regalo el primer domingo de mayo. Y ahora que yo lo soy, recibir regalos por serlo, no es algo que me preocupe especialmente. Pero por supuesto, ahora desde el otro lado de la línea, con mayor motivo para que no deje de tener listo con suficiente antelación un detallito para la mía.

Pero más que celebrar el Día de la madre o el Día del Padre, prefería el "Día de los que quieren a sus hijos y estos a sus progenitores".

Porque el amor hacía los que te han dado la vida no entiende de géneros y porque en la sociedad occidental cada vez hay más tipos diferentes de familias.

Hay madres que crían a sus hijos en solitario y se desdoblan para ser madres y padres al mismo tiempo (para ellas toda mi admiración). Hay padres que reducen jornada para cuidar a sus hijos o que no, pero se desviven con sus cuidados (para ellos todo mi respeto). Hay parejas de hombres y parejas de mujeres que cuidan y educan a sus hijos con un celo y un cariño que ya quisieran muchas parejas de padres "tradicionales".

Da igual como sea la familia, monoparental o una comuna de cuidadores, lo importante son los vínculos de cariño entre los niños y sus "cuidadores-educadores".


Hay gente maravillosa, que todavía no es madre, pero que se mueren de ganas por serlo y hasta que llega ese momento, dan todo su amor a los hijos de las demás, considerando a esos niños como sus niños ¿verdad Terapeuta?.

Para esas futuras madres, todo mi cariño.

Para las que este año tienen motivos por primera vez para celebrarlo. Para las que están a punto de entrar en el club del amor incondicional a pesar de la falta de sueño, para las que lo desean tanto que no ven el momento de ver hecho su sueño realidad, para todas y todos los que son hijos y los tienen: FELIZ DÍA (incluida la madre de Pepa).

viernes, 3 de mayo de 2013

Tela (telita) marinera.

Como los infinitos granos de arena, podría contar anécdotas de mis últimas horas vividas. 

Paisajes sorprendentemente verdes, casi mágicos, casi irreales, para determinadas latitudes, nieve en sitios donde la nieve es una excepción en el crudo invierno y mucho más en esta época del año.

Sonido de olas batiéndose contra la orilla cerca de mi cama a altas horas de la madrugada.

Risas, tiernos abrazos de mis hijos, juegos y bromas .

Los días de sol me están trayendo muchas pequeñas alegrías, porque no puedo tener la gran felicidad.

Me quedo con la sonrisa de satisfacción de ni cangrejita al conseguir ir andando hasta el borde del mar sin ayuda. La cara de sorpresa al descubrir cosas que habitualmente no son las habituales, de mi pequeño boquerón.

Me quedo con las ocurrencias de la inocencia personificada, con los matices de azul, con el calor del sol, con el cariño fraterno.


Con las edificaciones sorprendentes a la vuelta de la esquina. Con no tener que conducir para llegar a cualquier sitio.

Con volver a saborear lo que es dormir 8 horas seguidas (¿quién dijo que los milagros no existen?).

Me quedo con la casi olvidada sensación de poder estar tumbada al sol sin tener que salir corriendo.

Con las frases ingeniosamente graciosas. El vivir sin mirar el reloj apenas, sólo como referencia lejana para las horas de las comidas.

Me quedo con no tener ni prisas ni el día organizado. Y con la sensación del frío mar asustando mis tobillos. Con la inesperada luz de un rayo en la noche al mirar a Poniente.

Me quedo con el color de la piel de los turistas, achicharrados por un "Lorenzo implacable", al día siguiente del primer día.

Me quedo con los besos infantiles y sus caricias para quitarme la arena de la playa de mis mejillas. Me quedo con los pies, por fin descalzos,  persiguiendo los juegos de mis hijos.