domingo, 22 de enero de 2017

Existe un lugar...


Existe un lugar donde la magia tiene fondo blanco. Donde el silencio se rompe con la cadencia de las pisadas sobre nieve virgen.



Donde se paró el tiempo por un rato y sólo existió por unos minutos la suave calma del cariño y la complicidad. Donde las ilusiones pueden exhalar vapor de agua y sólo el cuerpo sentir frío.

Es allí. Donde las piedras de otros tiempos siguen contemplando la historia repetida, a través de las estaciones.

Sonidos de una mañana de frío. De silencio, casi perfecto.

Un punto de inflexión. Diferente. Divertido. Una parada necesaria. Allí donde los pájaros continúan con su vida de pájaro. Mientras que al otro lado del puente todo rueda como siempre. Y a este otro lado, no sólo se siente por fuera.


Todo sería perfecto si tuviera las llaves que abren el mundo al calor de unas brasas. La llama siempre encendida, esperando tu llegada. Esa que no se apaga, porque es la verdadera.

Por una vez sin prisas, sin reloj que mida el tiempo que nos limita. Despertar sin tener nada que nos obligue a hacer.

Por fin calma. Sólo calma. Por fin. Sin tener que posponerlo más.

Y mientras sigo esperando. Mientras se va fundiendo el material dorado del que se harán esas llaves. Las que abran el universo. Ese en el que cerraré las puertas tras mi espalda.