Nos han dado las notas de los niños.
Cuando ni imaginaba que sería madre y las notas me las daban a mi, había de todo un poco, porque he sido y lo sigo siendo bastante mediocre en mis estudios (y en algún que otro aspecto de la vida).
En general, sacaba buenas notas y era una estudiante aplicada y voluntariosa, pero había cosas que no entendía, se me atragantaban y no había forma. La trigonometría y las derivadas se convirtieron en obstáculos insalvables hasta que me topé con dos magníficas transmisoras de conocimiento, alias "profes de mates", una de ellas en el instituto, que no desistió hasta que me hizo comprender cómo calculaban los egipcios sus campos de labor cuando se desbordaba el Nilo. Y la otra en la facultad, yo, de letras puras, me matriculé en una carrera mixta y las pasé muy p... los dos primeros cursos. La segunda, tenía tantas ganas de enseñar como volumen su cuerpo y puedo asegurar que era mucho, que no paró hasta que nos hizo entender la importancia del análisis matemático en los estudios clínicos.
Como decía, nos han dados las "notas" de los niños y me siento la madre más orgullosa del universo de las madres. En los comentarios de los educadores de ambos por supuesto que hacen referencia a cosas a mejorar, pero sobre todo destacó lo que más me ha gustado leer en ambos casos: progresan.
El "tete" aprende y comprende a una velocidad, que por comparación con su hermana, me deja totalmente sorprendida, que para eso con él soy una madre primeriza. Y con la "Pitu", me dejó emocionada leer los comentarios de aliento que recibimos de sus profes del colegio. Su evolución es magnífica, el hecho de que siga evolucionando lo es. Sus "notas" me llenan de una alegria infinita y no creo que eso lo pueda superar ni un "cum laude" en nanotecnología.