viernes, 29 de noviembre de 2024
Seguir respirando
Parece fácil, parece algo automático, pero lleva por detrás un desafio constante.
Cuando te sumerges en el agua, esperas como mínimo que su tibieza
envuelva tu cuerpo. Pero a veces la realidad, te deja helado hasta el corazón.
Y tienes que sobreponerte a la hipotermia que te hiela hasta lo más profundo
de tu ser. Sobreponerte al shock inicial y empezar a nadar para no hundirte.
Tus propios miedos te arrastran al fondo Eres tú y nadie más que tú quien
tiene que mantener la línea de flotación. Por muy pesado que sea el lastre.
Y en el silencio, ese silencio mientras nadas, en el que son tus pensamientos
quien te da fuerza, mientras sigues avanzando, con los ojos alterados del
cloro o llámalo el día a día.
No valen las quejas, que no puedes verbalizar,porque esa debilidad te ahogaría.
No tienes ayuda, aunque el saber que cuentas con el respaldo de poder contar cómo te ha ido cada uno de los largos, te
impulsa un poco más.
Tienes que seguir respirando, seguir nadando, no irte al
fondo y continuar. Cada brazada, cada respiración, es un inmenso trabajo a
veces de coordinación. A veces los movimientos duelen y parece que no vas a
llegar nunca a tocar pared. Pero lo haces, lo haces una vez más, tocas pared y
tus pies te dan impulso para seguir nadando un largo más. Otro largo, otra
etapa. A veces parece que lo haces contracorriente, ¡te pesa todo tanto!.
Otras veces te resulta tan fácil, que parece irreal lo conseguido. Y mientas, tus pensamientos y tú. Tu diálogo interior, ese
que te regaña a ti misma y otras que te dice que sigues divina enfundada en tu
traje de competición, que tu cuerpo está estupendo a pesar de los años, a
pesar de saber que es mentira. Y que eres más viejo galeón, que joven velero.
Pero da igual, da igual lo que te digas a ti misma. Y da igual, porque sólo tu
sabes lo que sientes, lo que piensas cuando estás ahí sola en el agua. Tus
monólogos, esos en los que tu misma eres la única espectadora, eres el foco
deslumbrante que ciega tus ojos, eres el escenario y la crítica teatral. Todo
en una. En tu raro poliedro de mil caras, que nunca quieres mostrar del todo.
En tu piscina particular, en tu líquido elemento.
Que para eso eres pez, que no sirena.
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