Cuando tienes
confirmación de que dentro de tu cuerpo hay más un corazón más latiendo, la
vida ya te cambia. En mi caso, ya antes de que lo supiera con certeza, lo primero
que hice involuntariamente fue cambiar de postura al dormir, dejé de estar de
cúbito prono, no sé muy bien porqué y empecé a dormir de lado. Y empecé a
sentir la responsabilidad por el ser por el que siempre te sentirás ya responsable.
Bastantes
meses antes había dejado de tomar calmantes para mis continuos problemas óseos,
aprendí técnicas para aumentar el umbral del dolor y aprendí a convivir con los
molestos efectos colaterales de múltiples intervenciones quirúrgicas.
Renuncié a
tomarme unas cervezas, empecé una alimentación aún más sana, tomé infinidad de
ácido fólico, progesterona y vitaminas, tomé litros y litros de leche con
calcio, en definitiva, traté de llevar una vida de lo más tranquila, empecé a
prepararme psicológicamente para una nueva etapa de mi existencia y a
reestructurar una casa para acoger nueva vida.
Observe
maravillada como cambiaba mi cuerpo, como se transformaba mi pecho, como
aumentaba mi cintura, como dejaba de valerme mi ropa talla 34-36, según
fabricante, como se transformaba hasta mi piel, como se dibujaba la “línea
alba”, como brillaban mis ojos de felicidad.
Incluso sustituí
temporalmente mi ropa interior por una más cómoda, pero mucho menos
favorecedora; en la última etapa pre madre hasta mis camisones parecían tiendas
de campaña.
No me importaron las nauseas, los calambres ni el insomnio, no me importaba sentirme mal.
No me importaron las nauseas, los calambres ni el insomnio, no me importaba sentirme mal.
Llegó el día en
que me convertí en madre y fue lo contrario a lo esperado y soñado. Entonces
descubrí la renuncia mayor que iba a tener que vivir,:renuncié a ver hecho
realidad el sueño tal y como lo había imaginado.
Tenía muchas
lecciones que aprender a partir de ese momento y la fundamental, como siempre
ha sido, me la dio mi madre. ”Mamá J”, como me gusta referirme a ella, hizo lo
que una madre hace por sus hijos: me acogió en su casa para que estuviera más
cerca del hospital donde estaba mi hija, me cuidó, nos cuidó, se encargó de nuestras
comidas y nuestra ropa, de atender por mí las llamadas de teléfono, para que yo
me recuperara y sólo me tuviera que ocupar de mi niña. Aunque ella no estuviera
en condiciones, sacó fuerzas y sólo pensó en ayudarme.
Me abrazó con
inmenso cariño, con cariño de madre doliente, cuando me derrumbaba
inconsolable, llorando amargamente sobre la mesa de la cocina. Me consoló con
cariño cuando no encontraba consuelo en las noticias que recibíamos.
Me dijeron que
tenía que intentar la lactancia materna y empecé a extraer leche para ella, de
día, a ratos entre visita y visita a la U.C.I.N., de noche, mientras que todos
dormían y la preocupación no me dejaba dormir, con tanto entusiasmo que
conseguí tener hasta 47 litros en tres congeladores diferentes, en innumerables
bolsas de “Medela” de 250 c/c, convenientemente etiquetadas.
Ya con ella en
casa, renunciamos a dormir, cada dos horas había que darla de comer, con
biberón, incluso con jeringuillas y a cucharaditas, todo con tal de
alimentarla. Cada vez que vomitaba, me volvía a extraer leche y volvíamos a
empezar (no tenía fuerza para succionar), el ejemplo de “mamá J.” me daba
fuerzas para seguir, ella no se rindió conmigo, yo no me podía rendir con mi
descendencia.
La falta de
tiempo me hizo renunciar a ver a mis amigos, a salir, a ir al cine, de compras,
a las agradables y largas conversaciones telefónicas, los días de vacaciones se
invirtieron en días de citas médicas. Las prioridades cambiaron, renuncié a mi
desarrollo profesional, a volver a estudiar cosas que en otro tiempo me
gustaron y aún me gustan, a disponer de tiempo para leer, incluso dejé de tener
tiempo para cuidar mi aspecto y mi persona.
Fueron
renuncias voluntarias, de las que no me arrepiento, pero que han marcado el
cambio de mi carácter y mi forma de ver mi realidad ahora. Y que van a cambiar mi futuro, mis decisiones.
Muchas madres
renuncian a su parcela como mujer, para cuidar a su prole, renuncian a las
clases de Pilates para llevar a extraescolares a sus niños. Se ven en la
obligación de renunciar a salir a cenar con los amigos si no tienen quien
vigile el sueño de sus hijos. Su prioridad no son los escaparates de ropa femenina,
sino los de ropa infantil. Ven más interés en los “Pabloskis” que en los “Pura
López”.
Mi madre
renunció por sus hijas a muchas cosas, no por sentirse obligada a ello, pero si
por sentirse impulsada a ello, por ese impulso generoso que se siente cuando ya
no eres sólo una mujer, por esa sensación maravillosa que te da la Naturaleza,
cuando te conviertes en madre.
¡Y qué mejor homenaje a una madre que estas palabras, homenaje a la abuela y homenaje a la mamá de la pequeña...
ResponderEliminarSi las madres mueven el mundo, madres como tú, nos demuestran al resto la valiente implicación que debemos tener para con nuestros hijos, la fe y constancia en su propio crecimiento, a pesar de los obstáculos que se presenten...
Siempre he creído que cuando una crisis (entendida como cambio) llega a nuestra vida nos agita de forma caótica hasta que conseguimos establecer un nuevo orden que nos permite seguir avanzando; ojalá hayas encontrado ese camino que te permita seguir adelante con el amor a ti misma que mereces.
Enhorabuena mamá!
Un abrazo
Hay veces que la fuerza de madre flaquea, pero por los hijos hay que seguir avanzando, porque hay que acompañarles en su camino, hasta que sepan ir sin nuestra ayuda por la vida.
EliminarAy, ya me tienes otra vez con la lagrimilla...qué bonita eres y qué gran MADRE...eres increíble. Tus hijos son muy afortunados...
ResponderEliminarUn abrazo y que disfrutes mucho de mañana, tu día, vuestro día. Vuestro amor incondicional es el que mueve el mundo.
Muchas veces me siento la peor madre del mundo, sobre todo cuando tengo que regañarles...y los mando a pensar. O cuando estoy de mal humor y les grito. No soy una gran madre ni mucho menos, pero intento hacerlo lo mejor posible, como hacen todas.
ResponderEliminarUn besote.
Por cierto, me ha dicho un pajarito que ayer emocionaste mucho en el curso que diste, me hubiera encantada escucharte :)
EliminarUn besito grande y no te sientas mal, eres humana!!!
Preciosa, a esto sólo puedo darte un gran aplauso, porque me quedo sin palabras.
EliminarMe encantó ayudar a M. y P. ayer, disfrutté mucho aportando mi granito de arena.
EliminarIsa, gracias, como siempre, tu como madre si que te mereces un aplauso enorme.
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