Pero mientras tanto, seguiré fuerte frente a las olas que se batan contra mi dura escollera.
Seré el refugio de toda clase de barcos, desde el ferry "transporta almas", al más humilde de los barquitos de pesca.
Pero seré sólo para ti, al atardecer, cuando acabe la faena de los mortales y tú seas sólo calma.
Bailarás con tu espuma sobre mi y yo dejaré que lo hagas.
Me iré rompiendo en mil pedazos, una tras otra, con tus embestidas.
Me bañarás con tu sal, seré sólo piedra húmeda. Y el sol y el tiempo, me secarán de nuevo.
Esperaré a que quieras que sea únicamente tu puerto. Esperaré siempre tu vuelta.
Veré pasar ante mi la vida. Con sus aparejos de pescar felicidades.
Habrá días.
Y noches de luna llena. Noches en las que llore tu ausencia, sin consuelo posible.
Ahora que ya no tengo miedo del paso del tiempo. Ni de ser playa solitaria.
Qué bonito y qué bien nos sienta el mar a los pececillos de ciudad :)
ResponderEliminarUn abrazo amiga.
Sin mi mar yo no soy pez.
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