domingo, 22 de junio de 2025

Bop!!!!!

Only time. 

Parecía imposible, pero ha llegado el momento. 

Después de 6.570 cumple-días han llegado tus 18, ratita. 

El día que llegaste a este mundo, no fue precisamente el momento más feliz de mi vida. Al contrario, me atenazaba el miedo y la incertidumbre por lo que vendría y eso que no tenía ni idea de lo que nos esperaba. 

Una angustia como jamás había sentido en mi vida, se instaló para siempre en mi inexperto corazón de madre primeriza. 

Tiempo después me contaron que cuando te subieron a la UCIN miraron el reloj: "14.45 h ¡¡ a ver si llega a las 4!!". 

Y contra todo pronóstico fuiste superando días, momentos muy complicados en los que nos dijeron: "igual se complica todo aún más, es muy muy difícil que supere esto"; a lo que contesté: "muy muy difícil ¿es lo mismo que imposible?", "imposible no, pero igual hay que llamaros esta noche". ¡Vale, pues entonces nos vemos mañana!.

Creo que era la única que creía en ti. 

Te pedí en un susurro: "no dejes de luchar, que tenemos que hacer muchas cosas juntas: tenemos que ir a la pelu, de compras, de la mano por la calle, reír mucho y volar en globo". 

Y pasé toda la noche despierta, esperando esa llamada, implorando al cielo, que te quedaras conmigo. 

Y te quedaste, para que aprendiera a borrar de mi vocabulario la palabra "imposible" y todo lo que conlleva. 

Aprendí a no quejarme, ni del dolor por la cesárea, ni de nada. 

Contenía las lagrimas cuando estaba al lado de tu incubadora, porque como me dijo una de tus neonatólogas: "aquí vienes llorada, el tiempo que pases con ella, el que sea, que te sienta contenta. Son esponjas y todo lo perciben". ¡¡Y cuanta razón tenía!!.

Cuando la hemorragia cerebral amenazó tu débil existencia de apenas 6 días, me dijeron: "quieres poner en su incubadora alguna plegaria, si eres creyente, o alguna oración". Y te escribí esto, que por supuesto conservo:
El día de tu llegada, casualidades, de esas que sabemos tú y yo que no existen, hasta la cita de mi calendario era muy premonitoria, sin yo saberlo.
Parecía un milagro que ese pequeño cuerpo de apenas medio kilo fuera capaz de resistir, incluso cuando tus pulmones no tenían fuerza para seguir y una máquina respiraba por ti. 

El primer milagro de mi vida, en mi mente agnóstica. 

También mantenemos contigo la cinta de la medida de la Virgen del Pilar que te trajeron de Zaragoza. ¡Toda ayuda era poca! Y esa cinta te ha acompañado desde entonces, en cada una de tus incubadoras, tus cunas y tus camas. Hasta el día de hoy. 

El corazón de tu gemela Sarah (mi "princesa"), debió de pararse una semana antes, cuando sentí dentro un dolor inmenso que me dejó unos segundos sin respiración y me dejó doblada sin poder moverme. 

Mi inexperiencia no me hizo sospechar de la tragedia que vendría. 

Por eso, cada 15 de junio recuerdo que ese día fue la última vez que nuestros 3 corazones latieron al mismo ritmo dentro de mi. 

Hasta que no fuimos a hacer una eco 4D no supimos que había muerto. 

Y un día y medio después tuvieron que sacarte para darte una oportunidad. "Si hay alguna posibilidad de que salga adelante es fuera, dentro se muere y vais a morir las 3". 

No me lo pensé: "pues mantenme artificialmente, te firmo lo que sea, pero que maduren sus pulmones dentro de mi". 

Sentí un rayo de miedo, pero estaba dispuesta a dar mi vida, por tu vida. 

Pero como un mazazo escuché: "no hay tiempo para que lo autorice un juez y mi obligación es salvar a la madre. Si sobrevive, te va a necesitar y mucho. Y ahora, a quirófano, no hay tiempo".

Y 15 minutos después, te sacaron, te intubaron y te llevaron en una incubadora móvil. 

Pedí ver a Sarah, para despedirme de ella. Sin poder cogerla, pero la vi. Idéntica a ti. 

Tarde un día en poder verte. Lo primero que conocí de ti en la tierra fueron unas fotos. En cuanto me dejaron levantarme, cruce el pasillo y a fui a tu lado. 

A los dos días pude tocarte, con unos guantes estériles. 

Tardé una semana en poder tenerte en mis brazos, llena de tubos y cables, pero pegadas piel con piel. Para tranquilizar mi respiración, escuchábamos música de Enya, muy bajito. Y Mozart, para estimular tu cerebro, ya dañado. 

Es curioso, nadie nos felicitó los primeros días. El papá de tu compañera de incubadora, nos dio la enhorabuena por habernos convertido en "padres". Mi prima Mari me visitó con un ramo de flores, el único que tuve. 

Pero haciendo justicia, muchísima familia y amigos se acercaron para acompañarnos en los ratos de espera antes de entrar a la UCIN. Y nos abrazaron y cogieron la mano, cuando oíamos que dentro corrían de nuevo las enfermeras porque se te paraba el corazón. 

Sería muy injusta si no agradeciera cada llamada, cada mensaje, cada sonrisa, cada palabra de aliento. Cada visita al hospital, a tomar una caña entre espera y espera. A ojear el "Hola" mientras oía pitar las máquinas que te ayudaban a seguir viviendo. 

Cada día esperaba a que se abriera la puerta y pudiera comprobar que seguías luchando. Tres meses mirando con preocupación la cara de las enfermeras al abrirse la puerta del ascensor. Según viera sus caras así intuía que habían transcurrido las 3 horas anteriores. 

Tus enfermeras, TODAS y cada una de ellas, que te cuidaron y te mimaron 24*7 durante 3 largos meses. Y todos tus médicos: neurolog@s, pediatras, cardiolog@s, ..., entre todos te salvaron la vida. Y el resto del personal, celadores, limpiadoras, personal de laboratorio. Les debemos tanto a todos!!!. 

Después llegaron los diagnósticos, las pruebas, las visitas a los especialistas, las primeras señales de las secuelas... 

Las noches alimentándote cada 2 horas, el miedo a que hubieras dejado de respirar. 

No todo ha sido malo en este tiempo. A nuestra vida llegaron contigo muchísima gente maravillosa: terapeutas que han engrosado nuestro círculo y que se han convertido en amigos.

Hemos aprendido a fomentar la paciencia hasta límites insospechados. 

Hemos sido luchadores, como tú, contra el desánimo y la burocracia. 

También ha habido momentos en los que nos hemos venido abajo, cada fase ha tenido su inevitable proceso de aceptación. 

Pero tu primera sonrisa me dio esperanzas. Y a eso me aferro. 

Vives tu realidad paralela, sin dolor, sin conciencia de tus límites y sin miedo. 

Tu risa contagiosa, tu perseverancia por salirte con la tuya cuando quieres algo. ¡¡Eres tan Jimenez!!. 

Y ahora, mi pequeña capibara, ha llegado el momento de seguir celebrando la VIDA, de agradecer tus abrazos sin control. 

De no pensar en el mañana más que lo justo. 

Porque si algo he aprendido contigo, es que la vida no sólo es un milagro, es imprevisible. 

Algo que tu resumes de una forma maravillosa, ante cualquier pregunta que no sabes como afrontar, siempre respondes con un maravilloso:"Bop", que lo engloba todo. 

Llegaste, demasiado pronto, hoy hace 18 años. Para cambiar el rumbo de muchas vidas. 

Hoy no tendrás una típica fiesta como cualquiera de las chicas de tu edad podrían soñar. 

Hoy soplaremos las velas junto a ti. 

Compartiremos la tarta de chocolate (Belga, no podía ser de otra manera, golosa mía) y pediré que sigas a mi lado, para seguir compartiendo experiencias, porque eso en definitiva es la VIDA.

Con mayúsculas. 

Como te mereces. 

Eres una estrella en la tierra.

viernes, 29 de noviembre de 2024

Seguir respirando

Parece fácil, parece algo automático, pero lleva por detrás un desafio constante. Cuando te sumerges en el agua, esperas como mínimo que su tibieza envuelva tu cuerpo. Pero a veces la realidad, te deja helado hasta el corazón. Y tienes que sobreponerte a la hipotermia que te hiela hasta lo más profundo de tu ser. Sobreponerte al shock inicial y empezar a nadar para no hundirte. Tus propios miedos te arrastran al fondo Eres tú y nadie más que tú quien tiene que mantener la línea de flotación. Por muy pesado que sea el lastre. Y en el silencio, ese silencio mientras nadas, en el que son tus pensamientos quien te da fuerza, mientras sigues avanzando, con los ojos alterados del cloro o llámalo el día a día. No valen las quejas, que no puedes verbalizar,porque esa debilidad te ahogaría. No tienes ayuda, aunque el saber que cuentas con el respaldo de poder contar cómo te ha ido cada uno de los largos, te impulsa un poco más. Tienes que seguir respirando, seguir nadando, no irte al fondo y continuar. Cada brazada, cada respiración, es un inmenso trabajo a veces de coordinación. A veces los movimientos duelen y parece que no vas a llegar nunca a tocar pared. Pero lo haces, lo haces una vez más, tocas pared y tus pies te dan impulso para seguir nadando un largo más. Otro largo, otra etapa. A veces parece que lo haces contracorriente, ¡te pesa todo tanto!. Otras veces te resulta tan fácil, que parece irreal lo conseguido. Y mientas, tus pensamientos y tú. Tu diálogo interior, ese que te regaña a ti misma y otras que te dice que sigues divina enfundada en tu traje de competición, que tu cuerpo está estupendo a pesar de los años, a pesar de saber que es mentira. Y que eres más viejo galeón, que joven velero. Pero da igual, da igual lo que te digas a ti misma. Y da igual, porque sólo tu sabes lo que sientes, lo que piensas cuando estás ahí sola en el agua. Tus monólogos, esos en los que tu misma eres la única espectadora, eres el foco deslumbrante que ciega tus ojos, eres el escenario y la crítica teatral. Todo en una. En tu raro poliedro de mil caras, que nunca quieres mostrar del todo. En tu piscina particular, en tu líquido elemento.
Que para eso eres pez, que no sirena.

jueves, 17 de octubre de 2024

Tu propia corona.

 

¿Cuánto tiempo más te queda, reina? Tú pones el límite, tú decides cuando.

Te pueden decir lo mismo más alto, con palabras aún más amables, pero lo que es, es. Y ya sabemos el argumento de la película.

Te puedes guardar las lágrimas, mentirte diciendo que puedes con todo y más. Pero llegará el día. Y lo sabes.

Las nubes pasan veloces, unas más grises que otras. Te gustan las nubes blancas, pero las cartas que te han barajado en esta partida, son así. Es tu realidad.

Un peldaño más, sin tener claro si es hacia el universo de Dante o al soñado mundo de la normalidad.

¿Qué es peor? ¿el desengaño o la tristeza de la cotidianeidad? A veces, es mejor no pensarlo. Queda camino por delante. Siempre puedes refugiarte entre líneas. Negro sobre blanco. Hasta el negro te parece bonito. 

La decepción pesa, pero, ¿Qué esperabas?. ¿Que en el reino de tu universo particular, en tu mundo de fantasía, todo fuera perfecto?.

Espabila. Ya estás acostumbrada a esto. No hay nuevo bajo tu bóveda celestre. Las estrellas que admiras, pobre mortal, sólo están en tus sueños. Esos que crees que se terminarán cumpliendo.

Pero no me hagas dramas, que esto no es vital. Tu suspira. ¡Y continúa!, que es lo que mejor se te da.

Sabes que no puedes quejarte. Relativiza. Otros te dan verdaderos ejemplos día a día.

Corta tu pelo. Cómprate algo de ropa que cambie por fuera tu aspecto. Toma aire. Date impulso. Y sobre todo, ajústate muy digna tu corona.

¡¡Va por ellos!!

miércoles, 27 de marzo de 2024

El tramoyista de La Fenice

Amaneces antes del amanecer. Tuyas son las llaves que van abriendo los caminos, los senderos del alba.

De paso sigiloso, como si no pasaras. Parece como si no existieras, con huellas apenas perceptibles, pero existentes. Tenues y reales a la vez.

Así trascurren las minúsculas perlas de arena del reloj infinito. Eternos, como algunos días. Una sonrisa. Una ayuda que facilita. Eres el apoyo que alivia la carga.



Tu vida entre bambalinas, para que otros se luzcan en cada aria. Existes tras el telón. Sin apenas voz. Sólo muecas que aparentan sonrisas. Gestos de cordialidad. Mudo e invisible. Pero presente. Silencioso e invisible. Pero siempre ahí.

Mueves los invisibles hilos que hacen todo gire y se mantengan, que fluyan los ríos cotidianos. Todo sigue en movimiento y tu te endureces en piedra. Se te va la vida en ello.

Mientras, la vida avanza y tu retrocedes en el tiempo. Ese en el que pobre iluso, te soñaste director de tu orquesta. Y el tiempo pasa, nadie apenas escucha tu son, pero tu sigues tirando de los hilos. Tu melodía no es ya la que brilla.

Van transmutando los actores, se encenderán de nuevo las luces de una nueva función. Y tu serás sólo un peón en el tablero. Unas veces ejercerás de blanco, otras quizás te toque volverte negro. Un nuevo acto se estrena.

Y tu te sientes viejo y cansado para mutar a bufón de corte trasnochada. Demasiado rápida para seguir al galope los pasos. Trepidante. Estéril de valores.

Miras de reojo al tenor. Tampoco te acomoda el papel de la soprano. No son los oros ni los brillos los que estimulan tu ego. Sólo ansias el amor tranquilo de las noches eternas de verano. 

Lanzas una mirada furtiva. Ya apenas nada te satisface. No necesitas destellos ni el fulgor de la admiración. No son para ti las riquezas. Sólo lo que siempre ha sido infinito y que alimenta el universo. Lo que nutría tu vida y ahora tanto echas de menos.

El cuerpo ya no pide. No reclama caridad alguna. Ya no espera ni la bondad de las migajas de tiempo. Sigues arrastrando tus pies. Y todo sigue girando. Y lo seguirá haciendo cuando te sustituya el próximo tramoyista. Y tome posesión del que aún es tu reino.


Cuando se apaguen las luces para ti y caiga tu telón. Y sólo seas olvido en la memoria de nadie. Y te extingas. Todo tú y tu recuerdo.

miércoles, 6 de marzo de 2024

Ábreme los ojos

Ábreme los ojos y cierra de una vez el alma enfadada.

Muta el desasosiego y déjame ver el rilar de la luna sobre la mar reflejado en tus pardas pupilas.

Ábreme los ojos y enséñame a mirar el otro lado de las cosas. Las que no son aburridas. Las que sólo se repiten un instante.

Camina por fin, rozando la palma de mis manos, mientras la fina arena busca acomodo en nuestros pies.

Ríndeme a la evidencia y la necesidad.

No dejes que sea raíz de laurel asustado. Ni me fuerces a huir de nuevo.

                                    

 Paciencia es tu virtud, para esperar el momento, que parece no querer terminar de llegar.

La parca ronda y jugueteamos con la incierta oportunidad.


lunes, 1 de enero de 2024

Incipit vita nova

Eso creemos, pero en realidad es mentira. Hay mucho de mentira en algunas de las cosas que escuchas y dices estos días.

El cinismo y las miserias de las relaciones humanas se disfrazan de buenismo, bajo un manto de cordialidad. Pero en contadas ocasiones es verdadero.

El brillo de las lucecitas de colores no consiguen hacer palidecer a la envidia y al egoísmo. Te toca la familia que te toca y con eso te tienes que aguantar.

Pero valen infinitamente más los abrazos con cariño, del de verdad, del que se hace desde el corazón, que la obligación de apreciar a los que comparten genes.

Son valiosos diamantes de cariño, las sonrisas y los apretones de manos de esas almas amigas, las que te sacan una sonrisa cuando se te ha encogido el corazón por no tener a nadie de tu sangre al que te apetezca felicitar al inicio del año.

Si me entristece constatar que ya no tengo más lazo familiar con el que poder contar o confiar,  la culpa es sólo de quien de tanto perdonar y dar otra oportunidad, ha perdido la cuenta. Quizás porque no quiera darme cuenta que la realidad es la realidad, aunque me de perfecta cuenta de lo evidente.

Da igual el 31 ó el 7, da igual julio que diciembre. El vacío es el mismo. La decepción no es nueva.

Cansada de tender puentes, que se lleva un día si y otro también, la misma cantinela del río.

Y a pesar de los pesares, de que ya se fue hace tiempo quien leía en mi mirada lo que mi alma pensaba por rara que fuera, a pesar, hay abrazos que reconfortan de ese vértigo infinito.


Hay miradas de estrellas imperfectas, que aunque sean somnolientas, fijan sus ojos en tus ojos y te devuelven la ternura. Y la confianza, confianza en que aún te quedan muchas ganas de seguir adelante. De dar, una vez más, un poco más de ti sin esperar nada a cambio. Como siempre ha sido.

Sólo una caricia en el rostro y se frena el otro río, ese que no brota entre los párpados, pero que sigue fluyendo constante.

Sólo una sonrisa al despertar. Otro suspiro y a seguir hacia delante. Porque todo comienza de nuevo, cada día, en cada respiración.

lunes, 25 de septiembre de 2023

Por la calma que transmites.

Si creyera en algo, debería dar las gracias. En mayúsculas, SIEMPRE.

Cuando vuelvo la vista atrás y hago un recorrido de mi vida. Cuando pienso de donde vengo y hasta donde he llegado.

Cuando pienso en mis orígenes y en todos los esfuerzos que hicieron para que fuera la mujer en la que me he convertido, manteniendo la visión de la niña imaginativa de siempre. La forma en que me educaron, las vivencias que moldearon mi carácter.

Todos los acontecimientos negativos y cómo los he ido afrontando. Como me ensañaron a no depender, de nada ni de nadie.

A no aferrarme, ni al pasado ni a sueños estériles.

Y en esas casualidades, en las que no creo, hicieron que me llamara el pasado. Algo que había intuido que alguna vez pasaría, como otras veces en mi vida, volvió a mi existencia con fuerza.

Gracias a ello, ha resurgido la necesidad. La imperiosa necesidad de volver a crear. De moldear lo que ronda mi mente, de dotar de expresiones, lo que brota de un corazón contenido y de una mente en constante ronroneo, de felina inquieta.

La inmensa suerte de volver a revivir, de ver con otros ojos a la misma gente que compartió los primeros años de mi rara existencia de mortal.

Me doy cuenta de la infinita suerte de seguir viva, de disfrutar del aire que nutre mis pulmones, que oxigena mi cerebro para que sigua bullendo, maquinando planes.

De disfrutar del placer de mirar las nubes y que pase el tiempo. De la suerte de estar conectada al mundo, mientras saboreas un té.


De los pequeños detalles de los que te quieren y te conocen, que arrancan una sonrisa mientras dejas fluir la vida, cualquier tarde de otoño.

Cuando te das cuenta que tu presencia sigue viva en el recuerdo de otros. Que de alguna forma, también formastes parte de su vida. Que alguna vez fuiste algo importante para alguien.

Que detrás de las caras y las sonrisas, hay una vida sorprendente. Que todos han tenido y tienen sus historias que contar, interesantes, enigmáticas.

Soy afortunada. Mucho. Porque he disfrutado y estoy dispuesta a seguir disfrutando. Y debo aprender a ser más agradecida. Y menos tímida para verbalizarlo.

Porque los demás pueden ver ahora mi cara divertida, la fase serena de mi vida. Esa que transmite calma.