lunes, 1 de enero de 2024

Incipit vita nova

Eso creemos, pero en realidad es mentira. Hay mucho de mentira en algunas de las cosas que escuchas y dices estos días.

El cinismo y las miserias de las relaciones humanas se disfrazan de buenismo, bajo un manto de cordialidad. Pero en contadas ocasiones es verdadero.

El brillo de las lucecitas de colores no consiguen hacer palidecer a la envidia y al egoísmo. Te toca la familia que te toca y con eso te tienes que aguantar.

Pero valen infinitamente más los abrazos con cariño, del de verdad, del que se hace desde el corazón, que la obligación de apreciar a los que comparten genes.

Son valiosos diamantes de cariño, las sonrisas y los apretones de manos de esas almas amigas, las que te sacan una sonrisa cuando se te ha encogido el corazón por no tener a nadie de tu sangre al que te apetezca felicitar al inicio del año.

Si me entristece constatar que ya no tengo más lazo familiar con el que poder contar o confiar,  la culpa es sólo de quien de tanto perdonar y dar otra oportunidad, ha perdido la cuenta. Quizás porque no quiera darme cuenta que la realidad es la realidad, aunque me de perfecta cuenta de lo evidente.

Da igual el 31 ó el 7, da igual julio que diciembre. El vacío es el mismo. La decepción no es nueva.

Cansada de tender puentes, que se lleva un día si y otro también, la misma cantinela del río.

Y a pesar de los pesares, de que ya se fue hace tiempo quien leía en mi mirada lo que mi alma pensaba por rara que fuera, a pesar, hay abrazos que reconfortan de ese vértigo infinito.


Hay miradas de estrellas imperfectas, que aunque sean somnolientas, fijan sus ojos en tus ojos y te devuelven la ternura. Y la confianza, confianza en que aún te quedan muchas ganas de seguir adelante. De dar, una vez más, un poco más de ti sin esperar nada a cambio. Como siempre ha sido.

Sólo una caricia en el rostro y se frena el otro río, ese que no brota entre los párpados, pero que sigue fluyendo constante.

Sólo una sonrisa al despertar. Otro suspiro y a seguir hacia delante. Porque todo comienza de nuevo, cada día, en cada respiración.