miércoles, 27 de marzo de 2024

El tramoyista de La Fenice

Amaneces antes del amanecer. Tuyas son las llaves que van abriendo los caminos, los senderos del alba.

De paso sigiloso, como si no pasaras. Parece como si no existieras, con huellas apenas perceptibles, pero existentes. Tenues y reales a la vez.

Así trascurren las minúsculas perlas de arena del reloj infinito. Eternos, como algunos días. Una sonrisa. Una ayuda que facilita. Eres el apoyo que alivia la carga.



Tu vida entre bambalinas, para que otros se luzcan en cada aria. Existes tras el telón. Sin apenas voz. Sólo muecas que aparentan sonrisas. Gestos de cordialidad. Mudo e invisible. Pero presente. Silencioso e invisible. Pero siempre ahí.

Mueves los invisibles hilos que hacen todo gire y se mantengan, que fluyan los ríos cotidianos. Todo sigue en movimiento y tu te endureces en piedra. Se te va la vida en ello.

Mientras, la vida avanza y tu retrocedes en el tiempo. Ese en el que pobre iluso, te soñaste director de tu orquesta. Y el tiempo pasa, nadie apenas escucha tu son, pero tu sigues tirando de los hilos. Tu melodía no es ya la que brilla.

Van transmutando los actores, se encenderán de nuevo las luces de una nueva función. Y tu serás sólo un peón en el tablero. Unas veces ejercerás de blanco, otras quizás te toque volverte negro. Un nuevo acto se estrena.

Y tu te sientes viejo y cansado para mutar a bufón de corte trasnochada. Demasiado rápida para seguir al galope los pasos. Trepidante. Estéril de valores.

Miras de reojo al tenor. Tampoco te acomoda el papel de la soprano. No son los oros ni los brillos los que estimulan tu ego. Sólo ansias el amor tranquilo de las noches eternas de verano. 

Lanzas una mirada furtiva. Ya apenas nada te satisface. No necesitas destellos ni el fulgor de la admiración. No son para ti las riquezas. Sólo lo que siempre ha sido infinito y que alimenta el universo. Lo que nutría tu vida y ahora tanto echas de menos.

El cuerpo ya no pide. No reclama caridad alguna. Ya no espera ni la bondad de las migajas de tiempo. Sigues arrastrando tus pies. Y todo sigue girando. Y lo seguirá haciendo cuando te sustituya el próximo tramoyista. Y tome posesión del que aún es tu reino.


Cuando se apaguen las luces para ti y caiga tu telón. Y sólo seas olvido en la memoria de nadie. Y te extingas. Todo tú y tu recuerdo.

miércoles, 6 de marzo de 2024

Ábreme los ojos

Ábreme los ojos y cierra de una vez el alma enfadada.

Muta el desasosiego y déjame ver el rilar de la luna sobre la mar reflejado en tus pardas pupilas.

Ábreme los ojos y enséñame a mirar el otro lado de las cosas. Las que no son aburridas. Las que sólo se repiten un instante.

Camina por fin, rozando la palma de mis manos, mientras la fina arena busca acomodo en nuestros pies.

Ríndeme a la evidencia y la necesidad.

No dejes que sea raíz de laurel asustado. Ni me fuerces a huir de nuevo.

                                    

 Paciencia es tu virtud, para esperar el momento, que parece no querer terminar de llegar.

La parca ronda y jugueteamos con la incierta oportunidad.


lunes, 1 de enero de 2024

Incipit vita nova

Eso creemos, pero en realidad es mentira. Hay mucho de mentira en algunas de las cosas que escuchas y dices estos días.

El cinismo y las miserias de las relaciones humanas se disfrazan de buenismo, bajo un manto de cordialidad. Pero en contadas ocasiones es verdadero.

El brillo de las lucecitas de colores no consiguen hacer palidecer a la envidia y al egoísmo. Te toca la familia que te toca y con eso te tienes que aguantar.

Pero valen infinitamente más los abrazos con cariño, del de verdad, del que se hace desde el corazón, que la obligación de apreciar a los que comparten genes.

Son valiosos diamantes de cariño, las sonrisas y los apretones de manos de esas almas amigas, las que te sacan una sonrisa cuando se te ha encogido el corazón por no tener a nadie de tu sangre al que te apetezca felicitar al inicio del año.

Si me entristece constatar que ya no tengo más lazo familiar con el que poder contar o confiar,  la culpa es sólo de quien de tanto perdonar y dar otra oportunidad, ha perdido la cuenta. Quizás porque no quiera darme cuenta que la realidad es la realidad, aunque me de perfecta cuenta de lo evidente.

Da igual el 31 ó el 7, da igual julio que diciembre. El vacío es el mismo. La decepción no es nueva.

Cansada de tender puentes, que se lleva un día si y otro también, la misma cantinela del río.

Y a pesar de los pesares, de que ya se fue hace tiempo quien leía en mi mirada lo que mi alma pensaba por rara que fuera, a pesar, hay abrazos que reconfortan de ese vértigo infinito.


Hay miradas de estrellas imperfectas, que aunque sean somnolientas, fijan sus ojos en tus ojos y te devuelven la ternura. Y la confianza, confianza en que aún te quedan muchas ganas de seguir adelante. De dar, una vez más, un poco más de ti sin esperar nada a cambio. Como siempre ha sido.

Sólo una caricia en el rostro y se frena el otro río, ese que no brota entre los párpados, pero que sigue fluyendo constante.

Sólo una sonrisa al despertar. Otro suspiro y a seguir hacia delante. Porque todo comienza de nuevo, cada día, en cada respiración.