lunes, 3 de noviembre de 2025

EL DIA QUE NO ESTEMOS.

Llegará el día que no estemos, que seamos un pequeño dolor en el corazón de los que se cruzaron en nuestro camino.

El día que no estemos, nos arrepentiremos de los besos no dados, de las caricias por paladear, de los sueños rotos a medio camino entre el deseo y el deber.

Mientras llega ese día, en la balanza se inclinarán las realidades, la luz del sur entrando por la ventana y llenando todo de alegría. Apartando las nubes como si nunca hubiera existido la lluvia. Entibiando un rostro deseoso de ser rozado, también, por los rayos del sol. 

Con la sonrisa profunda y sincera, la que emana de un corazón feliz, canturreando mientras disfrutas del desayuno.

Mientras llega ese día, nos acompañarán los recuerdos, de lugares llenos de historia, de descubrir rincones propios y ajenos, de curiosidades y de anécdotas. 

De piedra sobre piedra, de escalón tras escalón, de vegetación tras cada puerta, celosa intimidad guardada tras las rejas. 

De contrastes entre oscuridad velada y luz sin piedad. De iglesias y mezquitas. De campanas y torres.

De calles, callejas, plazuelas y plazas. De puente, de río. De aire, de VIDA. 

De gastronomía, de gente amable, de desconocidos de cien países diferentes. De chiquillería adolescente. De curiosidades escondidas dentro de otras, que sorprenden. 

De fascinación por disfrutar fuera de lo monótono y lo cotidiano.

De ser parte de otra parte, de otro mundo, de otra realidad.

El día que no estemos, seguirán guardados en cajones azules tantas cosas...

Cajones sin llave, porque son libres de abrirse cuando llegue el momento. Cajones de momento a medio llenar, porque aún queda mucho camino por el que avanzar.

Vivencias, ensoñaciones, ilusiones y nervios. 

El día que no estemos, habremos estado, habremos vivido, habremos compartido con los nuestros, los que de verdad son nuestros.

El día que no estemos, nadie nos podrá quitar ya las ideas, los sueños, los presagios. Ni las ilusiones. Ni NADA.

El día que abandonemos la forma de nuestros cuerpos y pasemos a otra realidad, disfrutaremos del agua, del silencio, de la tranquilidad, de la paz. 

De las noches sin prisa, de los días de luz.  

Del descanso. Y de tiempo.


El día que no estemos, todo habrá sido realidad. Ya no son sueños.