jueves, 6 de junio de 2013

Pena, penita, pena.

M. se va de España a buscar un futuro para su vida.

M. nos ayudó no hace mucho con el cuidado de nuestros niños, los llevaba o los recogía del cole, algunos días que ni su padre ni su madre llegábamos a tiempo o simplemente no podíamos estar en dos sitios a la vez.

M. hace unos dibujos preciosos, tiene una forma de plasmar la creatividad increíble: hace juguetes, pinta y mientras pudo economicamente permitírselo,  estudiaba...

Hace poco me sorprendió que me contaran, que a principios del próximo mes, se va a la City, para no quedarse colgado de un tiempo que pasa inexorable sin expectativas.


Se va acogido por unos amigos que ya están allí, a buscar trabajo, a la aventura, porque se va sin tener nada seguro, sólo el alojamiento para los primeros días. Es la primera vez que va a salir del país, porque la situación económica de la familia, no les ha permitido salir de vacaciones y mucho menos al extranjero.

Yo en su lugar y con su edad, estaría asustada. Pero M. sabe que si sigue aquí no tiene opciones y se va fuera, como otros muchos que se han ido antes que él, como se fueron los de otra generación de españoles, a buscar una oportunidad que aquí, año tras año, ven que no llega.

Son muchos, son buenos y todos dicen que son los mejor preparados de nuestra reciente historia, pero aquí, dentro de los límites de nuestro cada vez más ahogado reino no encuentran lo que necesitan: un trabajo que les permita tener una opción de vida, de no depender del dinero de unos padres que en muchos casos tampoco tienen trabajo ni más recursos económicos para mantener unida a la familia.

Hace unos años, nosotros éramos los que tramitábamos el reagrupamiento familiar de los que llegaban y atravesaban nuestras fronteras. Hoy somos nosotros los que tenemos que separarnos de los nuestros para intentar sobrevivir aunque sea fuera de la seguridad de nuestras casas.

Y los que no nos hemos visto aún empujados a ello, es porque nuestras cargas familiares nos retienen aquí o porque somos demasiado mayores y estamos demasiado cansados para tratar de iniciar una nueva vida.

Vamos a quedarnos los que no tenemos opción de escapar hacia algo un poco mejor. Nos vamos a quedar los ancianos, los niños y poco más.


Y como dicen en Marea Fucsia: http://www.mareafucsia.org/por-mi-hijo-por-el-tuyo-y-por-todo-el-que-haga-falta/?utm_source=rss&utm_medium=rss&utm_campaign=por-mi-hijo-por-el-tuyo-y-por-todo-el-que-haga-falta.

Esto lo reflexiono en voz alta, por mis hijos, por tus hijos y por todo lo que sea necesario, que por cierto, hay mucha necesidad a nuestro alrededor.

O luchamos entre todos para cambiar esto, para que tus hijos y mis hijos tengan un futuro en el país que les vio nacer y crecer, o esto se va a quedar así:


Pero sin palmeras.

4 comentarios:

  1. Ay, qué malita está la cosa. Pero no podemos perder la fe en...bueno, en el cosmos o en lo que sea, porque es lo único que nos queda.
    Un beso grande.

    ResponderEliminar
  2. También nos podemos encomendar como la ministra de trabajo...
    Ains.
    Besos

    ResponderEliminar
  3. La señora que me ayuda en casa está en ese caso, después de ser empresaria de éxito en su país, las cosas fueron mal y tuvo que empezar una nueva vida aquí, dejando atrás su cómoda vida. Echa de menos su cultura y a su mamá pero al menos, como dice ella, puede vivir. Aun con mi vida actual que no me falta de nada, gracias a Dios, no he descartado vivir en otro país, quien sabe.

    ResponderEliminar
  4. No si tal y como está el patio, a saber donde acabamos...

    ResponderEliminar