martes, 1 de julio de 2014

Amor mudo.

He tenido el privilegio de estar unos días de vacaciones.

En el hotel en el que estaba, coincidía con una pareja de chicos que se comunicaban por lengua de signos. 

Nada especialmente extraordinario.

Uno de los días volví a coincidir en la playa con ellos.



Parapetada tras mis gafas de sol los observaba.

Recordando mis días de clase sobre deficiencias auditivas y lengua de signos, trataba de entender su conversación.

Me fascinó como se miraban. Sus ojos hablaban más que sus manos.

Sus labios se rozaron en un corto beso y siguieron hablando sin necesidad de sonidos.



Desde entonces no dejo de pensar en los amores silenciosos, los que no pueden ponerse en voz alta, ni ser escuchados. 
Ni ser oídos.
En los amores que guardan silencios infinitos, de días mudos. De gritos sin gritos.
De palabras adormecidas. De amor bañado en silencios. De declaraciones del corazón entretejido entre los dedos.
Hay muchos amores de estos. Amor de silencio. Amor entre parejas del mismo sexo. Amor a escondidas. 
De días de gestos. De noches sin escuchar "buenas noches". De amor, sin poder que decir: "te echo de menos".

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