domingo, 25 de marzo de 2012

No me grites, traaaan-qui-la.

La falta de sueño, el exceso de frentes abiertos en el trabajo, la mala alimentación, los cambios horarios, un catarro, dos disfonías en menos de 8 días, un para de "accidentes" domésticos, un mal corte de pelo, un invierno muy duro con dolor constante en mis articulaciones y una larga lista de factores personales, me tienen un poquito nerviosa ultimamente.



Los más pequeños de la casa son los más sensibles a nuestros cambios de humor, si tu estás nerviosa, ellos se ponen alterados, si tu te ríes, ellos son la alegría en movimiento. Por eso, esas palabras que me dijo mi hijo hace unos días llevan golpeando mi pensamiento como el más duro de los martillos. Y por eso, con toda la cabeza sumergida en la bañera, menos lo indispensable para seguir respirando, pensaba si es bueno para su felicidad el ritmo frenético de vida que llevamos.

Deberíamos liarnos la manta a la cabeza y mudarnos con los niños a una Slow City, italiana, a ser posible y a disfrutar de cada grano de arena de la existencia.


Estamos condicionando su futuro, con lo que les transmitimos de nuestro presente; nuestros miedos serán sus fobias de mañana, pero también nuestros valores serán el motor que mueva el mundo proximamente.

6 comentarios:

  1. Ellos son esponjitas y lo absorben todo, tienes razón. Te mereces unas vacaciones YA, amiga. Ánimo...
    Un besito.

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    1. Por eso voy a empezar a jugar YA a la lotería, par tener unas vacaciones ¿merecidas?.

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  2. La verdad es que aprender a "ir más lento" es necesario, sobre todo, para estar mejor con nuestros hijos...
    Tienes un premio en mi blog.
    Un abrazo fuerte.

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  3. Mami, mucho relax solete. Tu puedes!!!!

    Vente pa Sevilla jejejeje

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