lunes, 1 de abril de 2013

Tú, que me llenas de calma.



Que aportas a mi vida la paz que tanto me falta. 
La serenidad que transpiro cada vez que me encuentro cerca de ti. 
Cuando respiro el aire que de ti me trae el viento.
Te miro y se desdibuja mi mundo de sinsabores y penas.
En ti confluyen dos mundos, diversos, pero casi iguales.
Diferentes tonos de mi amado color azul.
Haces que se ilumine mi cansada mirada, que sonría y suspire aliviada.
Me traes la luz que rompe mis oscuros pensamientos.
A veces tranquilo y afable, a veces en colérico enfado que me asusta y me deja muda.
Siempre tu, siempre presente incluso cuando no te tengo frente a mi.
Eres lo que añoro cuando estoy tierra adentro.
En ti pienso cuando estoy sola y cuando estoy rodeada de gente.
El brillo que en ti se refleja, en los días claros, en las noches de luna llena.
Contigo sueño y me veo descalza y en silencio, siempre en tu orilla.
O sumergida en ti, en lo más profundo.
Sin miedo a tu sal, sin miedo al peligro de tus cambiantes corrientes.
En la inmensidad de tu infinito misterio, en tu luz y braveza, hasta el final de los días.

Como debió ser desde el principio.



4 comentarios:

  1. Si el mar me produce esas sensaciones. Cuando me compre mi primer coche solo hice una promesa (aparte de pagárselo al concesionario), que no pasaría un año sin que me fuera al mar. No a la playa sino a ver el inmenso azul....

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  2. Qué curioso. Acabo de poner como portada del FB, precisamente, la última foto que le he hecho al mar. Será que estamos necesitadas de agua...
    Un abrazo.

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    1. No podemos escapar de nuestra naturaleza de pez. Necesitamos agua tanto como respirar. Eso de vivir tierra adentro es lo que tiene, que vemos un estanque, un río, un embalse o una bañera y nos sentimos en nuestro habitat natural ¿eh?
      Un beso (azul).

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