lunes, 4 de agosto de 2014

Dori.

Venga, coge mi mano como sólo tu sabes que me gusta y acompáñame.

Entra junto a mi, en mi mundo de agua.


Mira a través de mi cara de asombro, el mundo que no vemos con los ojos.


Mece entre tus dedos, los míos, al ritmo de las anémonas.


Tiñe de rojo coral, mis labios con tus besos.


Siente el frío y salado mar en el que yo me muevo.


Observa mi cara cuando no te miro, mira mis ojos de aprendiz de boquerón, sorprendida y extasiada.

No soy en realidad ninguna ninfa extraviada.


¡¡Venga!!, nada conmigo, que en estas aguas nada puede pasarte que tú no quieras que suceda.


Mece tu cuerpo al ritmo que marcan mis olas. ¡¡Sé que te gusta!!


Piérdete conmigo en este bosque submarino, de color. Ese que es tan diferente a nuestros grises mundos paralelos.


Respira bajo el agua, toca la arena, siente la sal. Nada libre.


No seas roca oscura.


Ni mero solitario y perdido.


Por muy grande que sea tu tanque, sabes que en realidad es limitado y pequeño.


Aunque se que se filtra el sol entre tus aguas, cuando cae la noche, el silencio y la oscuridad son tus únicas compañeras.
Como son las mías y nadie más.


No me da miedo que enseñes tus dientes, ni que estés tras el cristal que nos separa.


Como todos, necesitas compañía.


Como todos, necesitas de alguien que nade a tu lado, que te siga, que te acompañe.


Nada todo lo libre que la vida te permita. Pero no me dejes nadar sola.

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