martes, 11 de septiembre de 2012

¡¡Hola!!

Ya estamos aquí, de vuelta a la vida bloguera y un poquito a vueltas de todo.

No ha sido para contar, más bien para dejarlo correr, porque este año no ha habido nada especial, nada memorable, nada que merezca pasar al rincón de los recuerdos.


El verano ha sido tranquilo, casero, muy casero y muy limpio, porque otra cosa no, pero me he dedicado a limpiar y requetelimpiar la cueva, para tenerla adecentada de cara al invierno que ya se avecina.


No sólo ha hecho mucho calor, ha sido aburrido, soporíferamente aburrido, en líneas generales y salvo algunas situaciones excepcionales, en líneas particulares, también ha sido muy monótono. Practicamente sola con los niños un día si y otra tarde también...


En estos días de parón bloguero, autoimpuesto, mi mente no ha dejado de elucubrar, hora tras hora, he tenido otros "entretenimientos", pero he seguido dando rienda suelta a mi imaginación, a veces creo que demasiado. El resultado igual lo comparto dentro de un tiempo, cuando esté acabado. Ahora si, he perfilado un sueño, que ya no voy a dejarlo dormir en el cajón del olvido eterno. Ha llegado su momento y estoy dando forma, como el alfarero ante el torno, con las manos bañadas en barro y con la idea en la cabeza de como será mi "botijo".


Pero necesitaba desesperadamente parar para tomar impulso. He terminado exhausta, agobiada y sin ningún tipo de energía, ni siquiera contaba con mi tradicional "generador de emergencia para situaciones límite", nada de nada.


Recuerdo la última vez que estuve así: estudiaba, trabajaba, me sacaba el carnet de conducir, salía por las tardes y por las noches, casi no dormía, comía poco y no paraba y acabé como ahora: totalmente desfallecida.


En estos casos sólo me funciona un par de cosas: sentarme a orillas del mar y escuchar lo que me dice...




... o un abrazo de los que hacen que te sientas querida y protegida de por vida, con inmunidad excepcional contra todo tipo de males. Y no hay más opciones para mi cuando estoy en una situación tan crítica.


Y con mis posaderas en la arena, mientras que mis castaños ojos se perdían en el Mediterraneo, he ido notando como poco a poco recobraba las ganas de seguir adelante, con cada embestida marina. He recogido la toalla que había ya tirado y no sólo literalmente y vuelvo con ganas de dar guerra, mucha guerra hasta que gane todas y cada una de las batallas en todos y cada uno de los frentes que tengo abiertos.


Para el que haya pensado que me había rendido y que mi única forma de afrontar los problemas siempre es la evitación, es que todavía no conoce todas mis caras.


De los pocos piropos que me han dedicado a lo largo de mi ya no tan corta vida, el único que me he creído de verdad, pero de verdad de la buena, es el que me dijo hace años una amiga de la infancia: "¡Eres una luchadora!", pues eso, yo como los bettas splendens.




8 comentarios:

  1. Ale, reinicio y a empezar...yo necesito huir...pero no sé dónde, solo recargo en el monte y con este puto piramidal no hay manera. Me ha sonado a gloria eso del mar...uff, lo que daría por ir al Cantábrico! Besicosss

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    1. Una escapada,aunque breve a veces es muy necesaria. Hay veces que salir al campo a pasear es tan necesario como seguir respirando.
      Besos y a por el Cantábrico en algún puente (si se puede).

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  2. El mar, la mar, escucharlo y sentirlo es como renacer de nuevo desde el vientre materno.
    El mejor de los ánimos para ganar todas las batallas que te propongas.

    Besos.

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    1. De verdad que sólo a orillas del mar (o la mar) consigo recargar mis pilas para seguir flotando, es lo que tiene ser pez tierra adentro.
      Besos.

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  3. Veo que urge una sesión de "abrazoterapia". Me encanta tenerte leerte de nuevo, amiga. Ya sé a quién sale S...
    Un besito.

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    1. Si, si, si. De echo me apunto lo de la "abrazoterapia" que es muy bueno para liberar endorfinas ¡Y no te imaginas lo mucho que lo necesito!
      Besos y achuchones.

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  4. Vaya, que bien ya de vuelta. Recuerdo que cuando me compré el primer coche me dije que no iba a pasar ni un sólo año sin ver, aunque fuera un momento el mar (el año que no lo he cumplido me he sentido como si faltara algo). La playa no me mucho pero ver el mar y sobre su olor a yodo es siempre como un impulso de energía. Verlo me recuerda lo poco que somos y que todos nuestros problemas son pequeñitos en relación.

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  5. De verdad que yo necesito recargar pilas frente al mar. Cuando sea viejecita (aún más, jejeje), mi idea es trasladarme a vivir a la costa, para dar paseos y que se me llenen los pies de arena. ¡¡qué lujazo!!
    Besos.

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