lunes, 7 de enero de 2013

Lo están pidiendo a gritos.

Mis hijos están deseando volver al cole, aunque ellos no lo saben. Tantos días de vacaciones navideñas los tienen desquiciados y a sus padres, ni te cuento.

Hoy día de Reyes (magos, muy magos, magos como ellos solos...) es el día de los niños, de los regalos, de la emoción y de los juegos.

La víspera de Reyes, armada de valor, me fui con mis fieras al barrio de mi infancia, al lado de la casa de mis padres, a ver llegar a S.S.M.M. de Oriente, llegando en helicóptero. He de confesar que la parafernalia real me daba un poco lo mismo, a mi lo que me apetecía era ver aterrizar un helicóptero a menos de 10 metros de mi cabeza. Bueno, he de confesar que también estaba muy contenta de ver a mis hijos tan emocionados.

Una vez desembarcados del coche materno, el yayo nos acompañó, por aquello de no dejarme sola ante el peligro, aunque rodeada de gente, gente con niños, niños con padres, titos, abuelos...Hacía más de 15 años que no veía el espectáculo y no recordaba tanta gente, supongo porque antes no había semejante aglomeración.

Me encontré por casualidad, de esas en las que no creo, con una de mis amigas, de mi pandilla de la adolescencia, con sus hijos, luego llegaron otras dos amigas más de la pandilla, con sus hijos. ¡Madre mía, casadas y con hijos!.

Pasados unos minutos y con puntualidad impropia de la fama de país en el que vivimos, por fin, vimos acercarse un helicóptero de las fuerzas de seguridad del Estado. Parecía que se alejaba, pero viró e inició el descenso, suave, lento, aterrizaje perfecto.

Todos los niños (me incluyo en el grupo) estábamos alucinados, no es habitual ver helicópteros aterrizando tan cerca. En pocos minutos, la magia estaba frente a nosotros. Las caras de asombro eran indescriptibles, no sólo de los más pequeños. En el ambiente flotaba la ilusión y la sensación era tan contagiosa, que el que más y el que menos nos sentimos niño por unos instantes, con independencia de nuestra fecha de nacimiento.


Y allí estaban ellos, a unos metros, pocos, estaban Sus Majestades, los Reyes Magos de Oriente. Primero llegó Melchor, nos dio en la mano directamente los caramelos ¡¡que suerte!!, luego Gaspar, que nos preguntó si habíamos sido buenos. ¡¡¡Siiiiiiiiiiiiii!!, contestamos todos los presentes (algunos espero que hayan sido más buenos que yo, porque si no, no habrán recibido ni carbón).

Y por último, mi favorito: Baltasar (siempre me ha gustado porque era lo exótico de mi infancia), hace años era una rareza, ahora en el mundo inter-racial en el que vivimos no atrae tanto la curiosidad infantil en este país.

Mis niños estaban entusiasmados, hipnotizados. Espero que sean capaces de recordar esto como algo bonito, al lado de su madre, cuando tengan más años sobre sus espaldas. Después de haber visto a los Reyes Magos frente a frente y hablar con ellos "in person", nos fuimos a casa. Me despedí de mis compañeras de juergas adolescentes. Me gustó verlas, me entristeció ver que para ellas también el tiempo está haciendo mella, que las canas nos salen a todas (y eso que yo era de las más mayores del grupo).

Los nervios de la tarde de vísperas de la gran llegada fueron tremendos. Una vez cenados y bañados, mi misión era que su durmieran y rapidito. Una vez conseguido y mientras que me encargaba de hacer que los regalos a recibir estuvieran en el lugar que tenían que estar a la espera de ser "edestrozados" por pequeñas manos de niños impacientes, pensaba si es lícito basar una ilusión en un gran engaño.

Da igual que sea un gran engaño compartido, de una parte está el que engaña (y somos muchos en este gran teatro) y de otro los inocentes engañados. Ellos confían, nos ven como alguien en quien se puede confiar, el que lo arregla todo cuando se rompe, la que te abraza y te da mimos cuando te has caído y te has lastimado.

¿Que pensarán de nosotros cuando lo descubran? ¿que pensarán cuando se den cuenta de que no siempre decimos la verdad? ¿que les hemos engañado durante años? Da igual que todos seamos cómplices de esta gran mentira, no se si volverán a confiar en nosotros.

Yo misma recuerdo que no me lo quería creer, que hasta que no pasó un tiempo después, no se me pasó el enfado hacia mis padres. 

Y ahora, que soy madre y que voy alimentando la ilusión día a día, entiendo, comprendo y agradezco que mis padres anidaran en mi, esa misma sensación. Fueron años bonitos, fueron años de juegos sin preocupaciones, años en la que vida estaba tan alejada de las complicaciones que hoy en día me abrazan, que el tiempo era ese lujo que se disfrutaba sin pensar en que pasaría y la infancia se acabaría.

Han pasado los años desde mis primeros Reyes Magos, ya no me voy a la cama nerviosa la noche antes del 6 de Enero, tratando de adivinar si había sido lo suficientemente buena ese año para merecer al menos un regalo. Pero he seguido pidiendo mi deseo a los Reyes, año tras año (incluido este) y alguno de ellos, me han "traído" justo y exactamente lo que había pedido.

Ojalá mis niños perdonen a su madre, cuando descubran que sus padres son muy "reales", que la tierra es redonda y que lo importante no son los regalos en si mismos, sino el amor que se pone en cada cosa que se elige para agradar a los que quieres, como mínimo, una vez al año.

4 comentarios:

  1. Qué despliegue de medios, en helicóptero y todo.
    Creo que cuánto más amamos la maternidad (en mi caso virtual) y todo lo que conlleva, más comprendemos y queremos a nuestros padres.
    Princesa y Rizos, no podrían tener mejores papás para guiar sus pasos en esta vida, siempre lo he pensado.
    Ays, no sé que tiene este blog, que siempre salgo como con arenilla de él. Será la mirra de Baltasar...
    Un besote.

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    1. El ex-rizos flipaba, porque además había coches de policía, caramelos, otros niños,... No podía abrir más los ojos.
      Y la Pitu se lió a codazos hasta colocarse la primera al grito de "uy, que no veo", jajaja.
      Besos.

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  2. No recuerdo haberme enfadado con mis padres, mas bien estaba satisfecha de haberles pillado, y sobre todo con miedo de que no me echaran mas regalos por saberlo. Son unos años preciosos, de hecho ahora es lo único que me gusta de estas fiestas, así que a disfrutar.
    Un beso

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    1. Lo de descubrirlo y callar..., eso lo hemos hecho casi todos por si ya no volvíamos a tener regalos de Reyes.
      Un besote.

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