sábado, 5 de enero de 2013

El toque femenino.

Llevo varios días dándoles vueltas al "toque femenino", debe ser porque estamos fifty-fifty en casa o porque somos demasiados en el bendito hogar a la vez, en periodo vacacional, para que todo esté limpio y ordenado.

Con la edad (la mía va in crescendo, afortunadamente para mi), se van agudizando las manías, las cosas que se van tolerando van a menos y en mi reino, ni te cuento.

Lo dicho, el hecho de estar todos en casa a todas horas me tiene con los niveles de tolerancia un poco más que bajos de lo habitual y me merodea en el pensamiento, entre otras muchas cosas más importantes, lo que hay de diferencias en las personas en cuanto a cómo nos gustan las cosas, colocadas o tiradas de cualquier forma.

Los que me conocen, saben que soy de naturaleza maniática (rarita con el orden y la limpieza, pero sin llegar a ser peligrosa, o al menos, eso espero). Convivo con un "proyecto de desordenado" si no consigo enderezarle a tiempo, con un desordenado en plena efervescencia y con una mini-maniática del orden, como su madre.


Voy a hablar de un prototipo, más que un estereotipo, que estadísticamente aparece mayoritariamente, más en el lado femenino que en el masculino. Cualquier parecido con la realidad, puede ser coincidencia. O no.

Ejemplo tonto: un chico te invita a casa, con la escusa de que te va a preparar la cena... (¡¡un poco de imaginación para esos puntos suspensivos, por favor!!). Vas con la intención de que te sorprendan con una maravillosa sucesión de platos y lo que te sorprende es que encuentres la mesa donde han de ir colocadas las viandas. No te digo nada si te dicen que dejes tu abrigo sobre la cama y ¡la cama está sin hacer y encima las sábanas son de florecitas!

Te quedas a los postres, porque para eso eres una golosa empedernida, pero nada más. Miras alrededor y piensas, que necesitas una varita mágica o que al chico en cuestión le de una compulsión para que empiece a ordenarlo todo, antes de que le devore el caos.

Si piensas que lo vas a reformar y entrar en el camino de la rectitud, lo llevas claro. Lo llevan insertado en el ADN, cambiarlo es "Misión Imposible", en versión 2.0, como poco. Lo normal, si impera la sensatez: no vuelves a verle.

Otro ejemplo tonto: te vas de compras (el chico promete, ha accedido a acompañarte al imperio de la moda sin rechistar). Vas mirando trapitos y los vas dejando de cualquier forma encima de los mostradores. Si el chaval es de los que les gusta que cada cosa esté en el lugar que le corresponde, ¡te has caído con todo el equipo, muñeca!

Vale, cada uno es como es y en una convivencia, los grandes rasgos de la personalidad no se pueden esconder indefinidamente, pero de ahí a no intentar limar las aristas, para que la convivencia sea más llevadera para todos, hay todo un universo, infinito.



Ese toque femenino que te hace colocar los cojines del sofá, para que estén perfectamente alineados. A quitar cosas del medio en la cocina, a cerrar las puertas de los armarios que han quedado entreabiertas, a bajar estores, a colocar sillas bajo la mesa. A tirar papeles que no sirven ya para su cometido y que han caído en el olvido de un rincón sin vida. A quitar los platos de la pila y apilarlos en el lavavajillas a la espera de agua y jabón que les devuelva su esplendor.
A darle una forma ordenada a un mundo que sin ese orden, no tiene mucho sentido. A dar ese sello personal, a esos detalles que hacen que mires a tu alrededor y te sientas cómoda.

6 comentarios:

  1. Yo apuesto por la teoría de que el gusto por el orden evoluciona con nuestro cerebro y la edad. A estas alturas me he convertido en el coche escoba de mi casa que se horroriza cuando entra en el dormitorio de mis dos hijos adolescentes, el chico un desastre, la chica un revoltijo. Socorro!!!!

    Besos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No quiero ni pensar cuando estos lleguen a la adolescencia..., me niego a estar todo el día detrás de ellos recogiendo todo ¡¡que horror!!
      Ánimo mar, algún día tendrán su propia casa y lo tendrán que organizar ellos.
      Besos (ordenados).

      Eliminar
  2. Uffff, has tocada nuevamente otro TEMA, ehhh...Yo siempre admirado profundamente (entre otras muchas de tus cualidades) lo bien ordenadito que lo tienes todo y la paz de espíritu que muestras siempre ante cualquier situación crítica. En cuanto a la parte que me toca, soy de las que hiperventilo cuando Medio Limón baila el gangnam style en bolingas por los suelos recién fregados, así que, qué me vas a contar. Ains la convivencia, qué bonita es...
    Un besote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja, Medio Limón bailando en bolingas??? grábalo y súbelo a Youtube, porfi, porfi, porfi.
      Hay quien dice que la convivencia mata el amor (y las tareas del hogar y el desorden aceleran la agonía ¿no?).
      Ains, la convivencia...
      Un superbesote y kilo y medio de paciencia.

      Eliminar
  3. Siempre he oído lo de la convivencia, pero será porque soy muy tranquila o porque él, en general, es mas ordenado (además de los que cuando cocina deja cada cosa que usa en su sitio) que yo a mi no me quita el sueño. Aunque bien es cierto que he mejorado en ese aspecto con los años, verdaderamente hay cosas mas importantes para mi, sobre todo estar agusto y feliz.

    ResponderEliminar
  4. ¿cada cosa en su sitio? ¡¡Ya lo estás clonando!!jejeje.
    Un beso.

    ResponderEliminar