jueves, 4 de octubre de 2012

El día que adelgacé 8 kg. en 20 minutos.

En estos días de octubre celebro de una forma un tanto original este evento extraordinario. No es fruto de ningún régimen alimenticio milagroso, sino que tiene nombre propio, o dicho de otra forma: se llama cesárea. Para ser exactos, mi segunda cesárea. 

A pesar de ser la segunda, la experiencia fue totalmente novedosa. Fue programada con tiempo, primera novedad. Me dio tiempo a preparar mis cosas y las del niño (segunda novedad), a prepararme mentalmente para la llegada de un nuevo miembro de la familia, otra vez una novedad, que nos convertiría en familia numerosa de facto.

En el momento en el que su cuerpo dejó de formar parte de mi cuerpo y escuché su llanto empecé a sentirme madre, pero madre primeriza. Me le acercaron para que pudiera verle, besarle y decirle: "Bienvenido al mundo, cariño" (todo eso era nuevo para mi a pesar de ser mi segundo hijo). Todo era tan diferente..., se me saltaron las lágrimas de emoción y no de miedo. Mientras que recomponían mis tejidos me fueron informando de su peso, su talla, sus puntuaciones en el test de Apgar, de que todo estaba bien y era normal. Suspiré aliviada y no me asustó saber que me estaba bajando peligrosamente la tensión, ni de que me tuvieran que poner oxígeno porque me mareaba y me costaba respirar un poco. Él estaba bien (otra novedad a diferencia de la situación anterior) y lo demás no importaba mucho.

De eso han pasado ya tres años. Le miro y le veo tan guapo (ahora habla por mi el orgullo de madre, por este George Clooney en miniatura), de mirada arrebatadora y tierna, entre pícaro y dulce. 


Con el paso del tiempo nos hemos ido conociendo mejor. Y va a ser un Libra de manual: le cuesta decidir que quiere, ya sea tener que elegir entre zumo de piña o de naranja o que calcetín se quita primero. Y no está seguro de nada. Una de mis misiones como madre, es hacer de él una persona que aprenda a valorar los pros y los contras de las situaciones y que pueda decidir con libertad lo que considere que es mejor para su felicidad. Si, lo se, ardua tarea, pero merecerá la pena. Doy por bien empleado el tiempo, siempre que elija lo mejor para si mismo, sin perjudicar a nadie.

A veces es muy irritante, sobre todo cuando quiere algo y no puede/no sabe esperar a que llegue el momento oportuno. Impaciente, mi pequeño tirano impaciente.

Pero es muy dulce, sobre todo su voz es muy dulce. Espero que de mayor conserve algo de ese tono y esa forma de hablar tan bonita. Cuando me pide algo con ese vocecilla que emplea, que ablanda hasta el acero de los barcos, no puedo negarme a nada de lo que me pida, o al menos me cuesta muchísimo. Muchas veces tengo que hacerlo, porque la situación así lo exige y porque tiene que aprender a valorar lo que pide y sobre todo lo que recibe. ¡Y tiene que ganárselo!.

Estoy también orgullosa de sus razonamientos, de como se fija hasta en los más mínimos detalles. Cosa que me sorprende gratamente, teniendo en cuenta lo pequeño que es aún. Y tiene una vitalidad que a veces me desborda. Sus abrazos de oso polar, con todas sus fuerzas a veces me causan agujetas, pero son los mejores. Y compite con su hermana cuando quiere agradarme.

Es capaz de llevarte la contraria en todo, como un juego. A veces creo que le gusta provocarme para poder llegar a mi límite.  Es un orador nato, al que le gusta mi compañía, pero que necesita su espacio de independencia, cosa que respeto totalmente.

A mi niño le encanta que le diga que está guapo, sobre todo cuando se pone mis gafas de sol. Disfruta con los elogios que recibe, incluso a veces me los reclama directamente.

En los últimos meses sobre todo, la relación madre-hijo ha cambiado, ya no es el bebé inocente y a veces un poco distante. Tiene picardía y bondad a partes iguales y como en una balanza real, a veces el platillo está más inclinado de un lado que de otro. Con su hermana es igual, lo mismo se la come a besos y la abraza que la empuja y la hace daño.

Es una parte importante de mi vida, por no decir que también es mi vida. Y espero poder cantarle muchiiiiiiiísimos años más: 


¡Gracias por haber llegado a mi universo!

10 comentarios:

  1. Una entrada muy bonita, enhorabuena por ese peque. Un beso

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    1. Gracias batallitas. Es un torbellino que ha revolucionado mi mundo, pero de forma infinitamente maravillosa.
      Besos para ti también.

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  2. Ay, ya me has hecho llorar otra vez. Felicidades principito!!!!! y felicidades a ti también, por la gran mamá que eres.

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    1. Gracias en nombre de toda la familia. A veces estoy muy asustada, porque a pesar de la experiencia previa en muchos aspectos es la primera vez y eso da cierto vértigo.
      Muchos besos.

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  3. Bueno ya han pasado tres años, creo que los niños son los que te hacen ver que el tirmpo pasa (a veces tan deprisa), te miras al espejo y te ves igual (claro te ves todos la días). Pero en los sitios ya te llaman señora casi nunca ya señorita y ¡oh! Dios mío pronto te dirán de usted, Jajajajaja
    Creo recordar tu cara perfectamente cuando lo tenías en el hospital cogido en brazos, sólo me decías "ha sido tan distinto" y sobre todo "solo me dan sopa" tu que eres tanto de Mafalda, jajaja

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    1. Si es que lo de la sopa creo que fue una venganza de la enfermera..., con lo sopofóbica que soy, jajajaja. Y si, no le quería soltar de mis brazos, porque con la niña tardé 23 días en poder cogerla. Aquí si hubo flores, felicitaciones y lágrimas de alegría de la familia, llamadas dando la enhorabuena,..., lo "normal" ¿no?
      Besos, señora (juas, juas, juas).

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  4. Ay, ay, ay... Y a mí se me pasó. Jolín!! Un beso enorme para un chiquitín enorme y una familia idem.

    Se os quiere.

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  5. Muchas felicidades a tu "pequeño-gran hombre"!!!. Yo tengo otro en casa de edad similar...
    Besos

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  6. Pues espero que no sea tan "torbellino" como este, aunque luego tienen cosas que te los comerías a besos.

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