jueves, 11 de octubre de 2012

Fina, segura, pero sin alas.

Así he tratado de sentirme  cuando me he tenido que enfrentar a una "inocente" encerrona laboral.
Tenía que dar una pequeña formación de dos horas a un pequeño grupo de profesionales de reconocido prestigio dentro de su especialidad, sobre mi trabajo y la forma en que funciona mi equipo.
Cuando he llegado al lugar de la formación no había nadie, así tranquilamente he preparado el material de mi exposición, cuando me han dicho:
- "Uy, faltan sillas, voy a por más"
- ¿Para que, si ya hay al menos ocho? ¿cuanta gente viene?
- "Veintitrés"
"Oh, oh, tienes un problema bo-ni-ta" (he pensado mientras mi mente procesaba la magnitud de lo que se avecinaba sin remedio).
En otra ocasión similar el grupo fue de 4-5 personas, ¿pero 23?. Venga, vale, da igual 8 que 80, tu estás preparada, tu puedes con sus preguntas, tu no tienes miedo escénico, tu no tienes vergüenza, tu no tienes..., no tienes ni idea donde te han metido.
Me mirado la sala vacía, he mirado las sillas vacías, he cogido aire para infundirme valor a mi misma y me han entrado ganas de salir corriendo. Casi lo hago cuando ha empezado a venir el respetable público de mi teatro de hoy.
Sudores fríos me han entrado cuando he visto que atravesaba la puerta de la sala el "master and commander" del área para el que yo colaboro "¿y este, qué hace aquí, si no se relaciona con el vulgo (o sea, yo)?", pues nada más ni nada menos que a presentar mi formación, él, que sólo tiene por encima en jerarquía al super-boss.
Esto se avisa, esto se avisa, esto se avisa, jo..lines. Aunque si me llegan a avisar con tiempo, me estoy muriendo de nervios varios días antes.
Quien me conoce dice que yo soy capaz de cualquier cosa que me proponga, así que he sonreído (tímida, como soy yo) ante los inesperados halagos laborales recibidos del "master and commander" (¿qué sabrá de mi?, ¡qué miedito, madre mía!) y me he lanzado como si sólo me escuchara mi querido ángel de la guarda.
Cuando ya la cosa iba encauzada, ¡zas, problema!, había que parar la formación para cumplir con un protocolario acto de autobombo empresarial.
He tenido que salir de la sala de formación, recorrer casi un kilómetro a la carrera (me he sentido como una asesina de cualquier novela de Agatha Christie, en busca de la coartada perfecta en tiempo record), he bailado (si, como lo cuento, he tenido que bailar, todo sea por el autobombo empresarial) y vuelta a la carrera a la formación.


Kafkiano me parece un término demasiado suave para describir la situación, más bien ha sido de película de Berlanga. He llegado con la lengua fuera y como si lo hiciera todos los días, toda fina, toda segura, he terminado mi presentación, he respondido dudas de las que ni yo misma me hubiera creído capaz de responder hace unos meses y me ido a casa con la sensación de que alas, lo que se dice alas no tengo, pero que con esto me he ganado un cacho de nube en el cielo, fijo.

5 comentarios:

  1. Cada día te admiro más. Eres la mejor. Yo me hubiera muerto allí mismo.
    Feliz finde largo.
    un besote.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias, wapetona. Igualmente, disfruta de los 3 días de finde.

      Eliminar
  2. En fin nadie sabe más de lo tuyo que tú, así que ¿dónde esta el miedo? ¿Qué pregunta iban a hacer que tú no hubieras podido contestar después de tu experiencia de estos años? Como dice una de las canciones favoritas de mi marido ¿quien dijo miedo? Un beso

    ResponderEliminar
  3. Tienes razón guapa, lo único que tenía era el respaldo de años de experiencia.
    Besos.

    ResponderEliminar
  4. Creo que has volado, controlado el avión y aterrizado con éxito. Una profesional. Descubrir esa procesión que iba por dentro me ha encantado.
    Besos.

    ResponderEliminar