viernes, 20 de enero de 2012

Un sábado cualquiera

Mis hijos no distinguen aún si es día de cole o es fin de semana. Y cuando llega la hora de despertarse, cada uno tiene su forma: la "pitu", despacito, poco a poco, despegándose perezosa de los brazos de Morfeo, tomando consciencia de la luz del día, del lugar en el que está..., vamos tomándose su tiempo, como yo.
Y el "tete" al contrario, abre los ojos, viene a buscarte, te planta un beso lleno de babas y te suelta a gritos un ¡buenos días!, ¡hello! (que para eso empieza a ser políglota) y da por comenzada su jornada.

A continuación, ocurre una escena que me imagino no es original de mi familia: el "tete" empieza a repartir besos a su hermana y a mi de forma alternativa, a dar saltos, a reírse, más saltos, a tocarme el pelo...
Su hermana y yo nos miramos resignadas y tratamos de dormir unos minutos más, pero él es implacable y así, damos paso a nuestra ya tradicional batalla de cosquillas (he de confesar que soy yo la que la inicio).

Cuando veo que están jugando entre ellos, no dejo de pensar que seguimos siendo muy parecidos a otras especies animales, en concreto, me identifico totalmente con las imágenes de los documentales de las leonas del Serengeti, con mis "fieras" alrededor, mientras que yo descanso tras haber cazado para alimentarles.



Normalmente esto ocurre cuando está amaneciendo y trato de retener en mi memoria esas miradas alegres, como un tesoro, como uno de los mejores bienes que disfruto.

Son las 7 de la mañana, es sábado. Vamos a empezar los desayunos.

2 comentarios:

  1. Normal... pero no dices que las noches suelen ser moviditas... la "pitu" pide venir a la cama sobre las 3, el "tete" pide el desayuno a eso de las 5 (la verdad es que desde que recena, ya aguanta hasta la hora de ir al cole). El sufrido padre.. je je je

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  2. Las 7 de la mañana de un sábado??? creo que mi reloj biológico se acaba de parar ; )

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