domingo, 17 de junio de 2012

Experiencias a medida.

Esta semana mi hijo ha vivido una de las experiencias más grandes de su pequeña vida: ha ido de visita a una granja escuela.

En palabras de su hermana vino "edestrozado", vamos, que fue tan intensa la jornada que no podía ni con las zapatillas. Cayó rendido en el sofá y durmió una de las siestas más apoteósicas de sus casi 3 años; ni cuando era bebé, que para eso cada dos horas estaba despierto reclamando comida "made in mamá" y mimos. Resultaba de los más tierno, verle con la cabeza apoyada en el brazo del sofá, su rizos casi rubitos, cayendo por su mejillas coloradas, quietecito, durmiendo.

Su hermana le miraba extrañada y preguntaba: "mamá, ¿está malito?". - "No, princesa, sólo está cansado, muy cansado". Es raro verle quieto.

Cada edad tiene su gran experiencia.

Con apenas unos meses, fue por primera vez a la Escuela Infantil, se relacionó con iguales y con otros adultos fuera del entorno familiar. Experimentó los primeros virus atancando su cuerpo (ingreso hospitalario incluido), comenzó a gatear, a andar, a reír a carcajadas, a jugar en grupo, a obedecer, es un decir, porque es bastante "espíritu independiente", a forjar su personalidad.

En unos meses empezará el colegio. Se hace mayor, a su ritmo, para mi, madre primeriza ya en muchas cosas con él, demasiado rápido.

Ese día no fue capaz de contarme casi nada de lo acaecido, estaba demasiado agotado. Pero días después me ha ido revelando su visión de ese día: "He visto caballos, dos, y "cabas" (= cabras) y un burrito, Marcos y..."



Lo dicho, para él es la mayor experiencia desde que conoció el mar, descubrió que el agua estaba asquerosamente salada y la arena de la playa no era comestible.

Para su hermana, que ha tenido experiencias con toda la variedad cromática del arco iris, tuvo su momento estelar el día que descubrió que se podía mantener sentada y que el mundo tenía otra perspectiva, mucho más interesante que estando tumbada. Su cara era un poema en ese momento.

Ahora, su desafío se centra en mantener el equilibro de pie, sin apoyos y dar sus primeros pasos de forma autónoma, experimentando el movimiento libre (y por desgracia, también con bastante frecuencia prueba la caída libre sin paracaídas). El brillo de sus ojos en esos momentos es la imagen de la alegría brotando alborozada.

Cuando has conseguido que tu madre deje de verte como una niña y te deja salir sola a la calle, ese primer momento en el que ya no estás bajo su ala protectora, te hace sentirte mayor.

Un poco más mayor te sientes cuando sales de noche con los amigos, con o sin toque de queda, fumas, bebes, te diviertes sin importarte la hora, ni el insomnio paterno provocado por el miedo a tu seguridad.

Van pasando los años, vas cerrando etapas y llega el momento de volar sola. Haces lo que te da la gana, sin importarte nada ni nadie. Comienzas a vivir en pareja (o no, no necesariamente), no hay límites, no hay restricciones, no hay porqué dar explicaciones. Ya tienes edad, por fin.

Y pasan los años. Y sigues acumulando experiencias en tu vida: la maternidad y sus responsabilidades derivadas. Los problemas cotidianos, esos a los que todos nos tenemos que enfrentar: facturas, imprevistos en el hogar, rutinas...

Y te niegas a que eso sea todo y buscas más experiencias, de lo más peculiares: aprender a hacer encaje de bolillos (sueño no abandonado de momento), volar en globo aerostático para sentir un golpe extra de adrenalina, hacer un crucero por las islas griegas  y otras experiencias menos bucólicas.

Porque necesitas sentirte viva, porque a cada edad necesitas cubrir una etapa, no dejando escapar el tiempo entre las costuras de la existencia. Para sentirte que cada vez eres más mayor o que a pesar de que cada vez eres más mayor, sigues estando ahí.

Porque necesitas que el aire que te da la vida siga susurrando en tu oreja, para no desmayarte de tedio. Porque cada momento tiene lo suyo, su encanto y su parte buena, da igual que sea tu día libre o que sea simplemente martes.


4 comentarios:

  1. Qué bonito poder experimentar la vida a través de los ojos de esos pequeños tesoros que tienes y qué reflexión tan brillante has hecho. Me encantó.
    Un abrazo grande.

    ResponderEliminar
  2. La vida tiene una perspectiva diferente cuando tienes a otros seres que depende de ti, es sin lugar a dudas una de las experiencias más impresionantes por las que puedes pasar. Y como todas, tienen su lado bueno y el menos bueno.

    ResponderEliminar
  3. Es el ciclo de la vida del que podemos apreciar una amplia panorámica al convertirnos en madre. Es curioso pero es entonces cuando comprendo a mi propia madre y me inquieta lo que queda por venir.
    Documentar todas esas experiencias son un tesoro, no pares de hacerlo.
    Besos.

    ResponderEliminar
  4. Gracias Mar. Y si, ser madre aumenta la inquietud por el futuro, ahora entiendo las preocupaciones de la mía.

    ResponderEliminar